Los niños que presentaban niveles más altos de los químicos BPS y BPF en la orina tenían más probabilidades de tener obesidad en comparación con los niños con niveles más bajos
Las dudas de muchas mamás sobre los riesgos en la salud de sus hijos por la exposición a sustancias químicas tan comunes en plásticos y alimentos enlatados podrían tener fundamento, ya que un estudio publicado en el ‘Journal of the Endocrine Society‘ indica que éstas pueden jugar un papel muy importante en la obesidad infantil.
Específicamente el bisfenol S (BPS) y el bisfenol F (BPF), productos químicos fabricados que se utilizan en ciertos tipos de plásticos empleados en el revestimiento de envases de bebidas y alimentos enlatados y en el papel térmico de los recibos de las cajas registradoras.
Dichas sustancias se han utilizado como un reemplazo para el bisfenol A (BPA), la cual ya se había corroborado que daña la salud humana al interferir con las hormonas del organismo.
“El uso de BPS y BPF está creciendo porque los fabricantes están reemplazando el BPA con estos químicos, por lo que se está contribuyendo al aumento de la exposición –dice la autora del estudio, la doctora Melanie Jacobson, de la NYU School of Medicine en Nueva York–. Aunque la dieta y el ejercicio aún son entendidos por los principales impulsores de la obesidad, esta investigación sugiere que las exposiciones a químicos comunes también pueden desempeñar un papel, específicamente entre niños”.
En este estudio, los investigadores utilizaron datos de las Encuestas nacionales de examen de salud y nutrición de Estados Unidos para evaluar las asociaciones entre BPA, BPS y BPF y los resultados de masa corporal en niños y adolescentes de 6 a 19 años.
Los niños que tenían niveles más altos de BPS y BPF en la orina tenían más probabilidades de tener obesidad en comparación con los niños con niveles más bajos.
“En un estudio anterior, encontramos que el antecesor químico del BPS y el BPF, el BPA, estaba asociado con una mayor prevalencia de obesidad en niños de Estados Unidos”.
Mientras que “en este estudio se ha encontrado la misma tendencia entre estas versiones más nuevas de ese químico, que no hacen nada para mitigar los daños que la exposición química tiene en nuestra salud”, alerta Jacobson.