El ideal de belleza de cada mujer lo concretan a partir de diferentes formas, delimitadas por marcos culturales, temporales, de moda o regionales
Por Rosario Zavala
La belleza es una sonrisa que alegra el día de cualquiera, es poseer una paz interna. Todas las mujeres son bonitas” (Joven estudiante, 22 años, CDMX). En palabras de una joven mexicana, la belleza va más allá de la apariencia física, trasciende lo tangible y las materializaciones estéticas, para destacar valores y cualidades del interior de una persona. Por el contrario, para otras mujeres, la belleza es un arma que les permite ganar distintas batallas y colocarlas en lugares estratégicos donde ellas quieren estar.
Sea cual fuere la concepción que se tiene sobre la belleza, el deseo de sentirse bien es uno de los principales motivadores entre las mujeres mexicanas para buscar ser bellas. Esta búsqueda tiene implícito el conflicto y la lucha por conseguir el equilibrio entre lo que se dan a sí mismas y lo que dan a los demás; esta ambivalencia es una vía para alcanzar su autorrealización, la cual depende del momento de vida en el que se encuentren, y eso definirá las prioridades y valor que otorgan a los demás. En este sentido, para algunas el reconocimiento por parte de otras personas juega un papel importante para su satisfacción, por ello buscan proyectar hacia el exterior y buscan la manera de expresar lo satisfechas que se sienten consigo mismas. Algunos caminos que toman para lograrlo es a través de hacer ‘ajustes’ a su aspecto físico: cubrir imperfecciones, transformar lo que no les gusta de sí mismas, preservar lo que tienen o potencializar lo mejor. Una vez que alcanzan ese bienestar, se sienten confiadas, seguras e incrementa su auto-aceptación, porque entonces la belleza es alcanzable y conquistable. Sin embargo, como en toda conquista, cada día es una batalla, requiere esfuerzo y sacrificios para mantener el territorio alcanzado, es decir, su ideal de belleza.
El ideal de belleza de cada mujer lo concretan a partir de diferentes formas, delimitadas por marcos culturales, temporales, de moda, regionales, etc. Dichas formas remiten a su vez a arquetipos que configuran distintas maneras de ser mujer y su rol en la sociedad. Representan modelos de ser y actuar que se reconocen a partir del inconsciente colectivo. Así, la belleza no es solamente una imagen, sino también valores y emociones, es decir, equilibrio y armonía, y se relaciona con características positivas, incluido el éxito y el status.
Lo que permite a la mujer alcanzar ese equilibrio y armonía son los signos de belleza, tanto físicos (gestos, figura, cabello, etc.) de estilo (accesorios, ropa, etc.) o de personalidad (independiente, cariñosa, etc.). Cada mujer elige aquellos signos que tienen un significado personal y que las lleva a lograr su bienestar. De esta manera, más allá del aspecto físico, la belleza implica modelos culturales y de comportamiento (conductas, gustos y valores), no es solo cuestión de tallas o fenotipos, sino cuestión de actitudes. Sin embargo, las referencias que tienen las mujeres mexicanas, sobre todo en medios de comunicación y publicidad, en lugar de ser verdaderos modelos, se reducen a estereotipos de belleza, en su mayoría ajenos a las características somáticas de las mexicanas (mujer delgada, piel clara, rasgos faciales ‘finos’,etc.) . Cabe destacar que el estereotipo es una imagen aceptada comúnmente y con carácter inmutable que se solidifica, es una cristalización limitada y reducida de lo que es la belleza. Así, los signos de belleza (físicos y de estilo), se vuelven más símbolos de ‘estigma’ que desacredita a la mujer porque le recuerda lo que no es.
Los estereotipos, por lo tanto, son restrictivos y se vuelven solamente íconos carentes de contenido y contexto; estimulan la idea de una mujer ‘objeto’ que puede ser intercambiable y sobreviven solamente los accesorios o las situaciones en las que se presenta, reduce entonces la posibilidad de que las mujeres se identifiquen con ellos. Por ello, limitan el campo de acción para generar estrategias de comunicación emocionalmente más efectivos, porque no transmiten valores, actitudes o manifestaciones de lo que es la realidad. Para fines de diferenciación, cercanía y vinculación con las mujeres mexicanas, el estereotipo es la muerte de la belleza.
ROSARIO ZAVALA
Socia Directora
LEXIA Insights & Solutions
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