La estructura tanto interna como externa de la vagina, la hace una de las partes del organismo femenino más sensible, ya que se encuentra en contacto frecuente con flujo
Por Edelmira Cárdenas
En mi aventura por investigar que tanto aman las mujeres a su vagina en nuestro país, me encontré con muchas sorpresas. Lo primero es que a la pobre ni siquiera la llaman por su nombre, adjetivos como: concha, papaya, cosita, colita, parte íntima, entre otras cosas. Lo segundo solo se acuerdan de la vagina, cuando hay exceso de flujo vaginal o al sentir dolor durante el coito.
¿Cuántas veces has tomado un espejo, lo has llevado hacia tu genital para asomarte y familiarizarte con ésta área? ¿Has tenido la oportunidad de apropiarte de tu “identidad vulvar” y aceptar su exótica anatomía? ¿Cómo son tus hábitos de higiene íntima? Éstas, entre muchas más interrogantes quedan en el aire. En nuestra cultura las mujeres fueron educadas para no preguntar, y menos si se trata de su genital. Lo preocupante de esto es que las féminas han cedido la responsabilidad de su vagina a otras personas; de niñas a sus madres, adolecentes a su novio, después al marido, y cada año (si es responsable) a su ginecólogo o médico que las revisa. Sobre todo esta parte del cuerpo fue destinada únicamente a la reproducción. La aparición de enfermedades o infecciones en estas zonas eran tratadas como tabú, dándole un tono de lugar sucio, y curándolo sin supervisión médica, bajo circunstancias casi vergonzosas.
Hoy vamos a dedicarnos a conocer la responsabilidad que tenemos de cuidar y salvaguardar la salud de la vagina, ya que ésta tiene una función auto depuradora (se limpia por sí misma), diariamente libera cierta cantidad de flujo color blanco amarillento o transparente que limpia las paredes de dicha estructura. Asimismo, posee un balance de bacterias benéficas gracias a que tiene acidez (PH) específica, misma que permite que estas bacterias sean más que las dañinas, manteniendo un equilibrio en la flora vaginal, lo que ayuda a prevenir infecciones.
La estructura tanto interna como externa de la vagina, la hace una de las partes del organismo femenino más sensible, ya que se encuentra en contacto frecuente con flujo, orina, menstruación, cambios del medio ambiente, medicamentos, sudor, y al ser una zona poco ventilada, la hace susceptible al ataque de microorganismos, originando una infección en esta zona. Si a estos factores aunamos los nuevos hábitos del estilo de vida actual, que han llevado a la mujer a sufrir diversos desequilibrios en su vulva y vagina, como: uso de ropa ajustada y elaborada con materiales sintéticos (limitan o impiden la transpiración), empleo de jabones y desodorantes perfumados (estos productos pueden ocasionar irritación y alergia), permanecer sentada en tu trabajo por mucho tiempo, aplicar atomizadores y jaleas anticonceptivas (generan molestias y desequilibrios en la flora vaginal), y peor aún hemos formado una aversión a los olores humanos, particularmente a los genitales.
Por estas razones es fundamental que la zona genital se mantenga perfecta limpia, y equilibrada de su PH (es variable de acuerdo a cada etapa de la vida y depende del grado de humedad de la piel, el grado de acidez o alcalinidad de una sustancia. Al existir una variación, la dermis acciona un mecanismo de regulación para restablecerlo e influye en inhibir o favorecer el crecimiento o muerte de microorganismos). Por ello, es importante no alterarlo con el uso de sustancias agresivas, para lo cual se requiere de un lavado con agua y jabón neutro, pues mediante la higiene es posible prevenir el mal olor y la aparición de infecciones.
En la semana siguiente continuaremos con técnicas de limpieza, como mantener la vagina sana, y embellecimiento genital.