Nadie estaba preparado para la aparición del coronavirus SARS-CoV-2 y “no tenemos una estructura de escenarios que nos permita sobrellevarlo
Una rutina diaria bien establecida durante el confinamiento obligado por la pandemia del COVID-19 resulta fundamental para mantener cierto orden en las emociones y evitar miedo, ansiedad e insomnio, entre otras manifestaciones, sostuvo la doctora Alicia Saldívar Garduño, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Una situación que ha desconcertado mucho a las familias en estos días de encierro es que perdieron el equilibrio en la realización de las actividades cotidianas, porque “estábamos acostumbrados a despertar a cierta hora, desayunar y salir a la escuela o al trabajo”, y cuando esto se rompe de manera abrupta hay desconcierto, desasosiego y a veces no se sabe qué hacer con los sentimientos espontáneos que surgen, apuntó la académica del Departamento de Sociología.
Nadie estaba preparado para la aparición del coronavirus SARS-CoV-2 y “no tenemos una estructura de escenarios que nos permita sobrellevarlo”, por lo que es pertinente llevar a cabo acciones de un modo determinado y seguir ciertas costumbres, así como evitar comer a todas horas y visitar constantemente el refrigerador, ya que “la alimentación juega un papel primordial en el enfrentamiento físico a la enfermedad, pero también a la realidad que estamos viviendo”.
Una práctica familiar debe precisar las diligencias a efectuar en horarios fijos para levantarse, bañarse, desayunar o preparar la comida, abriendo entre todo esto espacios y momentos de privacidad, “porque todos necesitamos unos minutos para estar con nosotros mismos”, tanto como fomentar la convivencia, “pues algo que nos preocupa a los psicólogos sociales es el grave tema de la salud mental que se está revelando con esta epidemia”.
Al interior de los hogares se han presentado muchos conflictos, violencia y poca tolerancia entre los miembros, por lo que es necesario definir “cómo queremos que se dé esa interacción; cómo la podemos modificar en un sentido positivo, y cómo establecer hábitos que nos permitan resolver una buena parte de esta situación”.
Para el regreso a las actividades normales hay información –que a veces no es de la mejor calidad y contribuye aun a la incertidumbre, el estrés y la angustia– sobre lo que pueda suceder, sin embargo “debemos pensar en la manera como entraremos en contacto con los otros y, tal vez, en lo que llega una vacuna contra el coronavirus tendremos que medirnos en el acercamiento y la calidez que nos caracteriza y que ahora extrañamos”.
Al salir de este confinamiento la gente tendría que aprender a ser más empática, solidaria y prever estrategias de apoyo, sobre todo con aquellos que quedarán en una condición vulnerable, expuso Saldívar Garduño.
Los niños y jóvenes pasan por una situación difícil “pero no creo que estén traumados, sino atravesando una experiencia que los hará valorar a los que tienen cerca, pero también a quienes extrañan: amigos y maestros”, explicó Andrea Hernández Santos, coordinadora del Taller de Emociones y Estrés de las Brigadas Digitales de Bienestar de la Unidad Iztapalapa.
A veces las dinámicas familiares no generan las mejores experiencias, por lo que como psicólogos sociales “debemos tomar en cuenta qué está ocurriendo con esos sectores de la población y qué tanto podemos hacer para erradicar la violencia”.
El Taller del Cuidado Primario, que se encarga de atender a pacientes crónicos –en especial de cáncer de mama y en el cual fueron capacitados 18 alumnos– se ha dividido para este periodo de reclusión en casa en los módulos: Emociones y estrés; Higiene de sueño; Ejercicio físico, e Higiene e información, con el objetivo de proponer acciones para que las personas puedan controlar sus vidas y costumbres, y no sentir que las han perdido, lo que da lugar a sobresaltar la angustia, el estrés, el miedo y el enojo.
Esto pretende que se puedan integrar diferentes actividades, no sólo para esta cuarentena, sino para en la cotidianeidad futura.
A partir del Taller se han creado redes de apoyo social a la comunidad universitaria y público que lo solicite, a través de videollamadas y plataformas digitales, las cuales servirán como fuente de retroalimentación sobre cómo se sienten las personas y cómo se benefician con estas herramientas.
Las especialistas de la UAM coincidieron en que la sociedad enfrenta un fenómeno complejo, pero también una gran oportunidad. “Vivíamos muy aprisa y de pronto el mundo se detuvo, y eso nos desconcertó porque no supimos cómo reaccionar, aunque tenemos los elementos para poder hacerlo.
“Tendremos que proponernos ser más humanos, solidarios, empáticos y tolerantes, y empezar a aplicar estos cambios con aquellos que están en nuestro entorno y que en teoría son a los que más amamos”.