La OMS ha alertado de que muchos países de ingresos bajos y medios se enfrentan ahora a una “doble carga” de desnutrición
Los casos de obesidad se han triplicado en todo el mundo entre los años 1975 y 2016, según ha informado la Organización Mundial de la Salud (OMS) con motivo de la celebración, este miércoles, del Día Mundial de la enfermedad.
La OMS define el sobrepeso y la obesidad como la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede afectar la salud. Así, en 2016, más de 1,900 millones de personas mayores de 18 años tenían sobrepeso y, de ellos, más de 650 millones eran obesos. Además, según datos del año 2018, unos 40 millones de niños menores de 5 años padecían sobrepeso u obesidad.
“Una vez considerado un problema de países de altos ingresos, el sobrepeso y la obesidad están ahora en aumento en los países de ingresos bajos y medianos, particularmente en entornos urbanos. En África, el número de niños menores de 5 años con sobrepeso ha aumentado en casi un 50 por ciento desde el año 2000, y casi la mitad de los niños menores de 5 años con sobrepeso u obesidad en 2018 vivían en Asia”, ha explicado la OMS.
Además, el organismo de Naciones Unidas ha informado de que la prevalencia de sobrepeso y obesidad entre niños y adolescentes de 5 a 19 años ha aumentado dramáticamente de un cuatro por ciento en 1975 a poco más de 18 por ciento en 2016. El aumento se ha producido de manera similar entre niños y niñas, dado que en ese año el 18 por ciento de niñas y el 19 por ciento de los de niños tenía sobrepeso.
Al mismo tiempo, mientras que menos del uno por ciento de los niños y adolescentes de 5 a 19 años eran obesos en 1975, más de 124 millones de niños y adolescentes (6% de las niñas y 8% de los niños) lo eran en el año 2016.
“El sobrepeso y la obesidad están vinculados a más muertes en todo el mundo que el bajo peso. A nivel mundial, hay más personas obesas que con bajo peso, esto ocurre en todas las regiones, excepto en partes de África subsahariana y Asia”, ha añadido la OMS.
La causa fundamental de la obesidad y el sobrepeso es un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las calorías gastadas. Y es que, a nivel mundial, ha habido una mayor ingesta de alimentos ricos en energía que son ricos en grasas y azúcares; y un aumento en la inactividad física debido a la naturaleza, cada vez más sedentaria, de muchas formas de trabajo, los modos cambiantes de transporte y el aumento de la urbanización.
Los cambios en los patrones de actividad física y dietética a menudo son el resultado de cambios ambientales y sociales asociados con el desarrollo y la falta de políticas de apoyo en sectores como salud, agricultura, transporte, planificación urbana, medio ambiente, procesamiento de alimentos, distribución, comercialización y educación.
En este sentido, la OMS ha recordado que un IMC elevado aumenta el riesgo de enfermedades no transmisibles como, por ejemplo, patologías cardiovasculares, diabetes, trastornos musculoesqueléticos y algunos tipos de cáncer como, por ejemplo, el de mama, ovario, próstata, hígado, riñón o colon, entre otros.
Además, la obesidad infantil se asocia con una mayor probabilidad de obesidad, muerte prematura y discapacidad en la edad adulta, si bien los niños obesos también experimentan dificultades respiratorias, un mayor riesgo de fracturas, hipertensión, marcadores tempranos de enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y efectos psicológicos.
Por otra parte, la OMS ha alertado de que muchos países de ingresos bajos y medios se enfrentan ahora a una “doble carga” de desnutrición. Y es que, si bien estos países continúan lidiando con los problemas de las enfermedades infecciosas y la desnutrición, también están experimentando un “rápido aumento” de los factores de riesgo de enfermedades no transmisibles como, por ejemplo, la obesidad y el sobrepeso, especialmente en entornos urbanos.
“No es raro encontrar desnutrición y obesidad coexistiendo dentro del mismo país, la misma comunidad y el mismo hogar. Los niños en países de ingresos bajos y medianos son más vulnerables a una nutrición prenatal, infantil y de niños pequeños inadecuada. Al mismo tiempo, estos niños están expuestos a alimentos con alto contenido de grasas, azúcares, sal, densidad energética y micronutrientes, que tienden a tener un costo más bajo pero también una calidad de nutrientes más baja. Estos patrones dietéticos, junto a niveles más bajos de actividad física, provocan un fuerte aumento de la obesidad infantil, mientras que los problemas de desnutrición permanecen sin resolver”, ha detallado la OMS.
Dicho esto, el organismo ha recordado que el sobrepeso y la obesidad, así como sus enfermedades no transmisibles relacionadas, se pueden prevenir en gran medida. Por ello, ha destacado el importante papel que juegan los entornos y las comunidades para hacer que la elección de alimentos más saludables y la actividad física regular sea la opción más fácil (la opción más accesible, disponible y asequible) y, por lo tanto, prevenir el sobrepeso y la obesidad.
Asimismo, a nivel individual, las personas pueden limitar la ingesta de grasas y azúcares; aumentar el consumo de frutas y verduras, así como legumbres, granos enteros y nueces; y realizar actividad física regularmente (60 minutos al día para niños y 150 minutos durante la semana para adultos).
“La responsabilidad individual solo puede tener su pleno efecto cuando las personas tienen acceso a un estilo de vida saludable. Por lo tanto, a nivel social, es importante apoyar a las personas a seguir las recomendaciones anteriores, a través de la implementación sostenida de políticas basadas en evidencia y basadas en la población que hacen que la actividad física regular y las opciones dietéticas más saludables estén disponibles, sean asequibles y fácilmente accesibles para todos, especialmente para los más pobres individuos”, ha dicho la OMS.
Un ejemplo de tal política es, a su juicio, un impuesto sobre las bebidas azucaradas, por lo que ha instado a la industria alimentaria a reducir el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos procesados; asegurar que las opciones saludables y nutritivas estén disponibles y sean asequibles para todos los consumidores; restringir la comercialización de alimentos ricos en azúcares, sal y grasas, especialmente aquellos destinados a niños y adolescentes; y asegurar la disponibilidad de alimentos saludables.