La salud mental siempre se dejó fuera del sistema de salud y hoy por hoy sigue sin estar integrada; la atención se da de manera independiente
El libro Avances y perspectivas de la investigación clínica en México tiene su origen en un seminario sobre el tema planteado por el exrector Juan Ramón de la Fuente, quien coordinó la obra, en The Aspen Institute.
Considerando el escenario de la transición política era oportuno convocar a una jornada de reflexión a los principales actores que construyen ese sistema.
“Así, el año pasado organizamos una reunión con la participación de instituciones educativas y de salud, la autoridad regulatoria, fundaciones privadas y la industria farmacéutica”, relató el otro coordinador de la obra, Samuel Ponce de León Rosales, titular del Programa Universitario de Investigación en Salud.
Es crítico completar el círculo que inicie en la investigación, que resulte en una política que se implemente y cuyos resultados sean evaluados. Eso no ocurre. “Deseamos que los asuntos que se desarrollan en este libro (editado por el Programa Universitario de Investigación en Salud y The Aspen Institute), sean prioritarios en la nueva administración”, expresó Ponce de León.
María Elena Medina-Mora, coordinadora del Centro Global de Investigación en Salud Mental, habló del capítulo de la obra dedicado a este tema, donde se trata cuáles son sus retos y el costo de no atenderla.
“La salud mental siempre se dejó fuera del sistema de salud y hoy por hoy sigue sin estar integrada; la atención se da de manera independiente”. Los enfermos mentales graves mueren entre 20 y 25 años antes de la esperanza de vida por factores relacionados con sus estilos de vida, y porque no se les atiende, indicó.
Al respecto, puntualizó que cerca de 80 por ciento de la población que tiene un padecimiento de ese tipo no cuenta con un tratamiento formal, y el costo de no atenderlo es altísimo; según estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos alcanza el cuatro por ciento del producto interno bruto. La enfermedad mental, por ejemplo, causa que las personas no trabajen, y si lo hacen, no produzcan.
El texto, abundó Medina-Mora, plantea el reto de saber que se cuenta con modelos de intervención que funcionan, pero que no llegan a los pacientes. “Debe haber salud mental en las políticas de salud, integrarse, y aumentar el presupuesto para mejorar la atención”.
Cristóbal Thompson, director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica, expuso que mundialmente, de lo que se invierte en la industria del ramo, es decir, 140 mil millones de dólares anuales, 80 por ciento corresponde a investigación y desarrollo.
Ahí está la gran oportunidad de que México sea potencia en investigación: tenemos grandes científicos y centros de investigación, opinó el experto. “Tenemos una enorme oportunidad como país, si se suman autoridades e instituciones como la UNAM, el IMSS y el ISSSTE, entre otros”.
Finalmente, Alejandro Mohar Betancourt, del Instituto de Investigaciones Biomédicas y titular de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad, recordó que la inversión en investigación en nuestra nación no ha cambiado en el tiempo; se ha estancado o ha tenido una ligera tendencia a disminuir.
Con información de la UNAM