Al activarlos, se detectó que cinco de ellos liberaron emisiones de partículas que podrían afectar las células humanas y los pulmones de los animales
Un estudio publicado el pasado 1 de julio demostró que fuegos artificiales permitidos para su venta y distribución en Estados Unidos contienen cantidades de plomo capaces de afectar a la salud.
La investigación perteneciente a la revista Particle and Fiber Toxicology, analizó 12 fuegos artificiales diferentes de minoristas con permisos de venta. Al activarlos, se detectó que cinco de ellos liberaron emisiones de partículas que podrían afectar las células humanas y los pulmones de los animales.
Terry Gordon, autor del estudio y profesor del departamento de medicina ambiental en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, aseguró que dicho material residual contiene “altos niveles de metales tóxicos” susceptibles de ser inhalados por las personas.
Por lo que explicó, las toxinas provienen de los diversos metales que los hacen cambiar de color. Por ejemplo, en el manuscrito señaló que el color azul pueden estar hecho a base de cobre y el rojo contener estroncio; ambos químicos que pueden causar daños internos.
El experimento de Gordon consistió en encender la pirotecnia en una cámara de acero inoxidable; lugar que le permitió filtrar las partículas con una bomba y luego exponerlas a las células humanas y a ratones.
Con la suministración, descubrió que dos de los productos emitían partículas de plomo, y que uno de ellos fue 10 veces más dañino en comparación con el control del experimento. Asimismo, el especialista encontró que el mismo fuego artificial emitió partículas de plomo a 40 mil partes por millón; un número “extremadamente alto” que debería contabilizarse en cero.
Emisión de plomo
Cabe destacar que Estados Unidos cuenta con el Laboratorio Estadounidense de Estándares para Fuegos Artificiales (AFSL). La finalidad de éste es establecer y verificar estándares para el uso oficial de fuegos artificiales en EE.UU.
No obstante, de acuerdo con el científico a cargo del estudio, “aunque este laboratorio tiene requisitos para la importación y la seguridad de las pruebas de fuegos artificiales, no es lo suficientemente extenso como para identificar todos los fuegos artificiales que deberían hacerse ilegales”.
De acuerdo con John Rogers, director ejecutivo de AFSL, en una entrevista al respecto, su organización toma muestras al azar de cajas de fuegos artificiales. Además, su equipo trabaja en fábricas chinas para garantizar que los fuegos artificiales no solo cumplan con los estándares federales, sino también con los propios estándares voluntarios del laboratorio.
Esto se refleja en decisiones tomadas por el equipo. Por ejemplo, Rogers explicó que las regulaciones federales ordenan que la bola del efecto de caparazón no exceda los 3,8 centímetros de diámetro, medida a la que la AFSL exigió requisitos de seguridad adicionales.
“Hablamos de cuán alto tienen que llegar al aire, cuál es el radio máximo de explosión y cosas de esa naturaleza”, completó Rogers.
En adición Rogers, apuntó que el AFSL supervisa alrededor del 85% al 90% de los fuegos artificiales que se envían desde China a Estados Unidos, y que sus trabajadores no suele encontrar la presencia de plomo en las muestras a la hora de realizar las pruebas.
Incluso cuando el control de seguridad del Laboratorio Estadounidense regule la mayoría de los productos, investigaciones como las de Gordon señala el peligro latente. Según la Dra. Kristin Van Hook, presidenta de la sección de neumología pediátrica y medicina del sueño de la Academia Estadounidense de Pediatría, las partículas de las que habla el estudio pueden tener un efecto negativo en los sistemas respiratorios de los niños.
Al ser cuestionada sobre el tema, Van Hook aseguró que ha visto casos de niños con asma que, tras respirar el humo de fuegos artificiales, tuvieron que ir a la sala de emergencias.
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CAB