Aunque se considera un fenómeno anual, hay una alta probabilidad de que en los próximo dos meses se genere otra extensa nube de polvo proveniente del desierto del Sahara
Dentro del polvo que llega a las zonas urbanas, reiteró, hay que estar atentos a las partículas PM 2.5, que son muy pequeñas y pueden provocar afecciones a la salud de personas de edad avanzada
Las nubes de polvo, como la del desierto del Sahara que llegó hasta México, son fenómenos recurrentes que se han presentado a lo largo de la historia y que ahora son más visibles por el uso de las imágenes satelitales que disponen las naciones, aseguró Ángel Refugio Terán Cuevas, científico del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Quien agregó que hay una alta probabilidad de que en los próximo dos meses se genere otra extensa nube de polvo proveniente de este desierto, ya que estamos en el periodo donde suelen presentarse este tipo de fenómenos atmosféricos y la intensificación de los vientos alisios puede provocar su llegada.
Terán Cuevas explicó estos fenómenos de nubes de polvo se han registrado desde siempre, simplemente la circulación de vientos es la que se intensifica y conlleva a que se transporten estas partículas hacia otras partes del mundo.
En el caso de polvo proveniente del desierto del Sahara atravesó todo el Océano Atlántico y, por su intensidad, impactó en islas del Caribe, una parte del Centro y Sudamérica, además del sur de los Estados Unidos.
El profesor e investigador del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) subrayó que estas nubes de polvo se han registrado por los vientos “alisios” que vienen del este y se intensifican en los meses de junio a agosto. Soplan, dijo, entre los trópicos y parten de zonas subtropicales de alta presión con rumbo a regiones ecuatoriales de baja presión.
Comentó que las nubes de polvo no siempre llegan a territorio firme, sino que en algunos años solo alcanzan a llegar al océano y en esta ocasión la nube de polvo del Sahara viajó desde África a México y recorrió aproximadamente 10 mil kilómetros.
“Afortunadamente la resolución de los satélites que hay en la actualidad se mejoró bastante con el satélite meteorológico GOES-16, cuya repetición de imágenes es cada cinco minutos, nos permitió monitorear la trayectoria de esta nube de polvo desde su origen hasta su desplazamiento en el Océano Atlántico. Hay que recordar que del 20 por ciento de flujo de arena que se provoca en el Sahara, solamente un 4 por ciento es el que se deposita en el Atlántico o llega a transportarse hasta el continente americano”, abundó.
Aseguró que el polvo tiene un aporte importante de hierro, lo cual tiene un efecto positivo para la agricultura, pero también tiene un efecto negativo, toda vez que puede nutrir al alga denominada sargazo que se encuentra en el océano. “La tecnología satelital junto con los modelos de pronóstico (como el europeo) permiten predecir el movimiento de las nubes de polvo, que al lograr una altura importante podrían alcanzar vastas extensiones de territorio y llegar a las grandes ciudades”, indicó.
Terán Cuevas expresó que en ocasiones por el flujo de arena que llega a las ciudades algunas personas llegan a presentar irritación en los ojos y fosas nasales. Insistió que en el caso de la Ciudad de México, además de los polvos que trae el viento, se puede encontrar la ceniza volcánica emanada del Popocatépetl.
“Es necesario estar atentos a la información que emita el Sistema Meteorológico Nacional (SMN) y a las instituciones encargadas de medir la calidad del aire en la Zona Metropolitana del Valle de México, para que la población esté prevenida ante cualquier eventualidad”, acotó.
Dentro del polvo que llega a las zonas urbanas, reiteró, hay que estar atentos a las partículas PM 2.5, que son muy pequeñas y pueden provocar afecciones a la salud de personas de edad avanzada que padecen enfermedades crónicas en vías respiratorias o pulmonares.
Por su parte, la científica y coordinadora de posgrado en estudios ambientales y de la sustentabilidad del CIIEMAD, María Eugenia Gutiérrez Castillo, señaló que el polvo del Sahara contiene aluminio, silicio y una importante cantidad de hierro, además de otros compuestos. “Por el simple hecho de viajar por el mar se adicionan aerosoles marinos que están hechos de cloro de sodio. Por eso se considera que al caer en el mar o llegar al suelo se convierte en un excelente fertilizante”, concluyó.
IPR
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