Los reumatólogos son expertos en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que pueden afectar a las articulaciones y los músculos, incluso las infecciones como la enfermedad de Lyme
La enfermedad de Lyme es una infección transmitida por la picadura de las garrapatas de patas negras infectadas. En el noreste, los estados del Atlántico medio, y el centro-norte de Estados Unidos, la transmite el Ixodes scapularis, o garrapata del ciervo, y en la costa del Pacífico, lo hace la garrapata de patas negras occidental (Ixodes pacificus).
Si se detecta y trata a tiempo, la infección desaparece con rapidez en la mayoría de los casos. Si no se descubre hasta las últimas etapas de la infección, las personas con enfermedad de Lyme tienen más probabilidades de tener síntomas.
La enfermedad de Lyme es causada por la propagación de la bacteria Borrelia burgdorferi que vive dentro de las garrapatas infectadas. Estas pequeñas garrapatas pueden adherirse a la piel humana y pasar desapercibidas, alimentándose unos pocos días.
Durante ese tiempo, la bacteria se transmite de la garrapata a la persona, antes de que la garrapata abandone el cuerpo. Otras infecciones transmitidas por garrapatas pueden generarse al mismo tiempo (coinfección) o independientemente de la enfermedad de Lyme. Estas también requieren atención médica inmediata.
Las personas con mayor riesgo son aquellas que pasan tiempo al aire libre en las zonas rurales o suburbanas de estas regiones, sobre todo en determinadas épocas del año. Se producen más infecciones a finales de la primavera y principios del verano.
Esa es la época en la que se alimenta la garrapata diminuta (del tamaño de una semilla de amapola) e inmadura (ninfa). Una segunda y más pequeña oleada de la enfermedad de Lyme se produce en otoño y de principios a mediados de la primavera cuando la garrapata adulta de un tamaño mayor (de semilla de sésamo) se alimenta.
El riesgo de las picaduras de garrapatas es menor hacia fines del verano después de que las garrapatas ninfa se vuelven inactivas y durante el invierno. El clima frío y las nevadas hacen que la garrapata adulta hiberne.
Los reumatólogos son expertos en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que pueden afectar a las articulaciones y los músculos, incluso las infecciones como la enfermedad de Lyme. Los médicos de cabecera y especialistas en enfermedades infecciosas también pueden diagnosticar y tratar a las personas que padecen la enfermedad de Lyme.
La forma más precisa para detectar la enfermedad es con dos análisis de sangre. El primero es una prueba de detección llamada ensayo de inmunoabsorción ligado a enzimas (conocido como ELISA) en el que se buscan ciertos anticuerpos (proteínas inmunitarias) que son la respuesta del sistema inmunitario a la infección. Esta prueba de detección tiende a dar resultados falso positivos, por lo que con frecuencia se realiza una segunda prueba, un Western blot (o electrotransferencia), para confirmar los resultados positivos (anormales) o limítrofes positivos de ELISA.
En algunas ocasiones, dichos análisis de laboratorio pueden ser incorrectos. Una persona que no padece la enfermedad de Lyme puede obtener un resultado falso positivo en un análisis de sangre, o alguien que sí padece la enfermedad puede obtener un resultado normal, lo que se denomina como falso negativo. (Un falso negativo es común durante las primeras semanas de la infección, pero en etapas posteriores no lo es.) Por lo tanto, solo los pacientes que presentan posibles síntomas de la enfermedad deben realizarse estudios de laboratorio para confirmar o no la enfermedad de Lyme.
La enfermedad de Lyme se trata con determinados antibióticos. En la mayoría de los casos, en etapa temprana se trata exitosamente mediante un tratamiento con antibióticos por vía oral (por la boca) por un periodo de dos a tres semanas.
La mayoría de los expertos están de acuerdo con que gran parte de los casos de enfermedad de Lyme en etapa temprana necesitan solo dos o tres semanas de tratamiento con antibióticos. Sin embargo, los pacientes con artritis (inflamación de una articulación) necesitan un tratamiento más prolongado (cuatro semanas) con antibióticos orales.
Si la artritis persiste, puede ser necesaria una segunda tanda de cuatro semanas de antibióticos por vía oral o intravenosa (generalmente llamada IV). Las infecciones que afectan el sistema nervioso o el corazón también pueden precisar antibióticos por vía intravenosa.
Hasta que se sienta mejor, descanse adecuadamente y modere el ritmo de sus actividades. Luego, retome su vida normal lentamente. Luego de haber finalizado el tratamiento, continúe el seguimiento con su médico. Para aquellos a los que los síntomas se han prolongado luego del tratamiento, llevar un estilo de vida saludable se vuelve aún más importante.
Esto comprende el ejercicio, la buena nutrición y suficiente descanso. Una vez más, el seguimiento con el médico es de gran importancia para ayudar a su recuperación.
- El tratamiento de la enfermedad de Lyme generalmente es exitoso.
- Los análisis de sangre pueden ser negativos (normal) durante las primeras semanas de la infección. Por lo tanto, la enfermedad de Lyme en etapa temprana debe ser diagnosticada y tratada en base al riesgo de exposición de una persona y los síntomas típicos.
- Cuando los síntomas persisten después del tratamiento, el cuidado médico y un seguimiento adecuado lo ayudarán en la recuperación.
- Para reducir el riesgo de la enfermedad de Lyme, evite los hábitats en los que se encuentran las garrapatas en determinadas épocas del año, revise su cuerpo para buscar si tiene alguna y quite rápidamente cualquiera que encuentre.