El suicidio es un problema de salud pública prevenible, que afecta a 5.3 personas por cada 100 mil habitantes
La eliminación de los estigmas relacionados con las enfermedades de salud mental y el contar con una red de apoyo familiar, reducen algunos factores de riesgo que llevan al comportamiento suicida, afirmó Guillermo Peñaloza Solano, médico especialista de los Servicios de Atención Psiquiátrica (SAP) de la Secretaría de Salud.
En el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, el especialista citó las estadísticas difundidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indican que cada año más de 800 mil personas se quitan la vida; es decir, cada 40 segundos ocurre una muerte por esta condición. Además, se ubica como la segunda causa de defunción entre las personas de 15 y 29 años de edad.
En México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó en 2017, 6 mil 559 suicidios en el país, lo que representa una tasa de 5.3 fallecidos por cada 100 mil habitantes, y afecta más a la población de 20 a 40 años de edad.
Entre los factores de riesgo se encuentran padecer un trastorno mental como depresión, ansiedad o bipolaridad, así como el consumo de sustancias: alcohol o psicoestimulantes. Además, tener historia familiar de suicidio, autolesiones y vivir en ambientes propensos a la violencia o de dificultades socioeconómicas.
Por ello, dijo, es importante superar retos como el estigma y la discriminación en torno a la atención de los trastornos mentales, debido a que retrasa la atención médica. “Se trata de un padecimiento como cualquier otro que sufre el ser humano, que requiere atención y seguimiento.
Señaló a la temporada invernal como el periodo del año donde se presenta el mayor número de suicidios, principalmente entre la población adulta mayor, en quienes sus causas son multifactoriales, y van desde el abandono familiar hasta padecer una enfermedad incapacitante.
Explicó que la red familiar es fundamental en la prevención y detección de quienes presentan algún tipo de conducta suicida, porque desde ahí se puede tener una comunicación respetuosa, abierta, empática, clara y cercana, a fin de que las personas expresen sus emociones.
Peñaloza Solano recomendó a los familiares no juzgar ni dar consejos cuando una persona está deprimida. Frases como “no te sientas así”, “échale ganas”, no funcionan, ya que no ayudan a superar la crisis por la que se está pasando. “En este tipo de casos, solo se recomienda un camino: escuchar”.
En años recientes, informó, instituciones especializadas en el campo de la salud mental de la Secretaría de Salud, difundieron la Guía práctica para la atención del paciente con conducta suicida en hospitales generales, para promover la atención oportuna e integral, donde se incluye el proceso de atención al paciente con conducta suicida, recolección de datos para fines clínicos y estadísticos, así como algoritmos de tratamiento de acuerdo con los diferentes escenarios de pacientes con esta conducta.
Sostuvo que este documento responde al llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para que los países miembros establezcan medidas que conduzcan a reducir en 10 por ciento las muertes por suicidio en el 2020.