Aunque se ha avanzado mucho en los últimos años, el cerebro sigue siendo un órgano misterioso, complejo, repleto de secretos por desentrañar.
Pero dentro de lo que es posible, el neurólogo argentino Facundo Manes (Quilmes, 1969) lo conoce bastante bien.
Manes creció en una localidad de la provincia de Buenos Aires con un sueño: seguir los pasos de su padre, médico rural. Y lo consiguió.
Se graduó en Medicina en la Universidad de Buenos Aires en 1992 y, siendo todavía estudiante, obtuvo una beca en Neurociencia de la Asociación Médica Argentina.
A partir de ahí, el cerebro se convirtió en su gran objeto de estudio. En el Hospital General de Massachusetts en Boston, en la Universidad de Iowa, en la de Cambridge. Hoy es uno de los neurólogos más reconocidos a nivel mundial.
Ha publicado numerosos libros y protagonizado varios programas de televisión, entre los que se incluyen “Los enigmas del cerebro” y “El cerebro argentino”, producidos junto con Mateo Niro, licenciado en Letras.
Juntos, a cuatro manos, Manes y Niro han escrito el que es su último libro: “El cerebro del futuro: ¿Cambiará la vida moderna nuestra esencia?”, en el que abordan el impacto de las nuevas tecnologías sobre el cerebro, la neuroética y el papel de la ciencia como mediadora de problemáticas de carácter social, todo bajo la óptica de los últimos avances en el campo de la neurociencia.
¿Qué hace que el cerebro sea un órgano tan fascinante?
El cerebro es fascinante, entre otras cualidades, porque es el único órgano que intenta explicarse a sí mismo. Y así nos damos cuenta de que todo lo que hacemos lo podemos llevar a cabo gracias al él, desde respirar a leer esta entrevista o pensar en las cuestiones filosóficas más profundas.
En las últimas décadas han sido muchos los avances que hemos podido realizar en el conocimiento del cerebro. Podemos decir que en estos años logramos aprender más sobre él que en toda la historia de la humanidad.
Por mencionar algunos avances, se ha demostrado que la memoria, contrariamente a lo que comúnmente se supone, no es una cajita en la que guardamos nuestros recuerdos, sino que es nuestro último recuerdo.
No se trata del hecho que vivimos porque cada vez que evocamos algo lo vamos modificando.
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AFG