La baja densidad ósea es común entre las personas que viven con VIH, incluso en aquellas que han suprimido sus cargas virales con una terapia antirretroviral.
El consumo de alcohol en personas con VIH se asocia con niveles más bajos de una proteína involucrada en la formación del hueso y el aumento del riesgo de osteoporosis, según han demostrado investigadores de la Escuela de Salud Pública (BUSPH) y la Escuela de Medicina (BUSM) de la Universidad de Boston (Estados Unidos), en un estudio publicado en la revista ‘Alcoholism: Clinical and Experimental Research’.
Los investigadoress se han basado en los datos de 198 participantes de un estudio de larga duración en Boston dirigido por Saitz y financiado por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo, que incluye a personas que viven con VIH y que tienen o han tenido un trastorno por consumo de alcohol o drogas.
Para ello, se han analizado sus muestras de sangre prestando atención a los biomarcadores asociados con el metabolismo óseo (un largo proceso que consiste en absorber tejido óseo viejo y crear tejido óseo nuevo) y un biomarcador asociado con el consumo reciente de alcohol.
También se han utilizado los datos obtenidos de sus entrevistas y el control de otros factores como la edad, el sexo, la raza/etnia, el uso de otras sustancias, medicamentos, niveles de vitamina D y la supresión viral del VIH.
Según aseguran los expertos, la baja densidad ósea es común entre las personas que viven con VIH, incluso en aquellas que han suprimido sus cargas virales con una terapia antirretroviral.
El estudio ha encontrado una “asociación significativa” entre el consumo de alcohol de un participante y sus niveles de procolágeno sérico tipo 1 N-terminal (P1NP), un marcador de formación ósea. Por cada bebida adicional por día en promedio, los niveles de P1NP del participante disminuían en 1.09ng/mL (cuando el rango para niveles saludables de P1NP es de 13.7 a 42.4 ng/mL).
Asimismo, los participantes que bebieron más de 20 días durante cada mes presentaron niveles más bajos de P1NP que aquellos que bebieron menos de 20 días al mes. Los participantes con niveles altos del biomarcador asociado al alcohol también tuvieron niveles más bajos de P1NP.
La autora principal del estudio, la profesora asistente en BUSM y miembro del profesorado del programa de Educación Clínica en Investigación de Adicciones (CARE) en el Boston Medical Center, la doctora Theresa W. Kim, ha destacado que no se ha encontrado ninguna cantidad de consumo de alcohol que pareciera “segura” para su metabolismo óseo.
Esto se suma a que la capacidad para mantener una “adecuada” formación ósea disminuye con la edad, por lo que estos hallazgos sugieren que para las personas con VIH “el alcohol puede hacer que esto sea más difícil”.
“Si estuviera aconsejando a un paciente preocupado por su salud ósea, además de controlar la vitamina D y recomendar el ejercicio, les advertiría sobre el consumo de alcohol, dado que el consumo de alcohol es un factor de riesgo modificable y la osteoporosis puede provocar fracturas y deterioro funcional”, ha concluido Kim.