El miedo a los perros, al igual que cualquier fobia, produce síntomas como taquicardia, sudoración, sequedad bucal, etc. Inclusive ataques de pánico
El miedo es una emoción que nos ayuda a mantenernos alertas ante cualquier peligro que podamos percibir, pero ¿qué pasa cuando esta emoción primaria se sale de control y en vez de ser un mecanismo de defensa se vuelve algo enfermizo?
Cuando el miedo llega a un nivel intenso y desproporcionado se le llama “fobia”. Y puede manifestarse hacia diversos objetos o situaciones concretas, como por ejemplo los perros. A esto se le llama cinofobia.
Probablemente muchos conocemos a alguien que sin motivo previo, por ejemplo que haya sufrido un ataque canino, experimente un miedo hacia estos animales que no suele responder a razones reales y racionales. Incluso el afectado podrá reconocer que su miedo es irracional.
Al igual que cualquier fobia, produce síntomas como taquicardia, sudoración, sequedad bucal, etc. Inclusive ataques de pánico.
Pero, ¿cómo podemos ayudar a alguien que vive con esto? La cinofobia puede tratarse con una terapia cognitivo-conductual usando métodos de exposición, y técnicas de manejo de la ansiedad, para así generar un aprendizaje mediante un proceso de desensibilización.
Sobre esto, nuestro amigo, el etólogo Darwin Angulo nos explica que es exponerlos gradualmente a hechos o cosas que les causan un miedo. En este caso, gente que le tiene miedo a los perros, gradualmente hay que irlos exponiendo a ellos, y que vayan relacionando una buena experiencia cada que haya contacto de algún tipo con los perros.
Lo ideal es empezar con cachorros, pues su tamaño difícilmente les hará sentirse intimidados. Además, que al verlos crecer desarrollarán un vínculo afectivo con el animal.
Y muy importante, nunca empujar a la gente, obligarla a que toque un animal. Tienes que enseñar a la gente que más bien será el perro quien decida si te quiere conocer más que tú te acerques y te sientas obligado a acariciar al perro, señala el especialista.
Porque los perros más que “oler el miedo” detectarán reacciones anormales, el comportamiento corporal cambiará y el animal probablemente se pondrá a la defensiva. Y siempre explicarles brevemente lo que implica convivir con un perro y cómo deben comportarse.
Tienes que guardar la calma, no moverte, no preocuparte, no ver al perro. Permitir que los perros se muevan alrededor tuyo, y poco a poco ambientarlos a que haya perros, reitera Angulo.
Es muy importante seleccionar un perro estable y equilibrado para un exitoso proceso de desensibilización, y saber leer sus necesidades en el momento para descartar una mala experiencia para la persona ya de por sí atemorizada. Y no burlarnos de la persona con cinofobia. Para casos más agudos será mejor buscar apoyo profesional calificado.