¿Qué sentido tiene mi vida?

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¿Qué sentido tiene mi vida?
¿Qué sentido tiene mi vida?

Si bien podemos acompañarnos de otras personas, nadie puede construir por nosotros el proyecto que da sentido a nuestra vida

Quizá somos los únicos seres vivos que nacemos desconociendo el propósito de nuestra vida. Los animales, por ejemplo, pasan los días buscando su comida, cuidándose a sí mismos y cuidando a sus crías. Nadie necesita explicarles qué hacer ni cómo hacerlo, y es en ese quehacer instintivo que se les ve satisfechos y en paz. 

Los seres humanos, por nuestra capacidad de consciencia y autoconsciencia, no nacemos conociendo el propósito de nuestra existencia: hemos de encontrarlo, es más, de construirlo y conquistarlo.

Vivir con propósito es lo que da sentido a nuestra vida. Sin propósito la existencia se hace pesada, vacía y aterradora. Descubrir nuestro propósito, además de colorear la vida con motivación, da una intención a nuestro quehacer diario y nos permite hacer elecciones alineadas a dicho objetivo.

Pero encontrar nuestro propósito no siempre es fácil, implica explorar diferentes opciones y permitirnos equivocarnos, recuperarnos, aprender y continuar. Este proceso es ya en sí es uno de crecimiento, que, asumido con consciencia y responsabilidad, es fuente de desafíos y al mismo tiempo de satisfacción. 

Si reconocemos nuestros deseos, anhelos e intereses, y hacemos uso de nuestras competencias y habilidades dentro de una escala de valores, podremos encaminar nuestras acciones a ese proyecto personal que además de generarnos satisfacción personal haga una diferencia positiva en la vida de los demás.

Este conjunto de factores, circunstancias, acciones, sueños y fortalezas hace que el propósito de vida sea tan único como lo somos cada ser humano. Es por esto que el propósito evoluciona con nuestro constante caminar.

Si bien podemos acompañarnos de otras personas para construir el proyecto que da sentido a nuestra vida, nadie puede construirlo por nosotros ni nadie tiene que autorizarnos para llevarlo a cabo. Y es que el propósito no es un verdugo que nos fuerza a acometer la vida, sino que es esa fuerza interna que nos impulsa a levantarnos cada mañana para disfrutar y agradecer la existencia que se nos ha sido dada.

Para encontrar el propio propósito es necesario:

  • Nombra tus sueños y deseos más profundos. 
  • Reconoce tus destrezas, habilidades y competencias. 
  • Visualiza las actividades que amarías realizar y los espacios que quieres conocer. 
  • Visualiza los proyectos que no te interesan o motivan, aunque tu entorno los aprecie y apoye.
  • Brinca de una sensación a otra: satisfacción y realización contra frustración y deterioro. 
  • Reconoce los valores y honra tu llamado interno.
  • Enlista las acciones que emprenderás para iniciar la consecución de tu propósito.

La vida nos obliga a satisfacer nuestras necesidades básicas para tener una plataforma que nos sustente, pero del mismo modo, el tener claro qué es lo que nos inspira, estimula, satisface y desarrolla, nos permite estar abiertos a las oportunidades que la misma vida nos presenta para ir desarrollando un proyecto de vida que de sentido a nuestro existir.

Abre los ojos a estas posibilidades y a través de acciones concretas, por pequeñas que éstas sean, da tiempo a lo que te resulta bueno, bello y correcto. Experimenta el deleite de encontrar el propósito de tu caminar.

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