Este es el objetivo último de todo esto. Ya lo he mencionado otras veces.
La meditación tiene demasiado potencial como para rebajarla a un simple momento de relajación por las mañanas. Y aunque la mayoría entendamos esto, muchas veces no sabemos cómo hacerlo.
La respuesta más directa es: poco a poco.
Puedes empezar por las situaciones pequeñas, como las que te muestro hoy, y poco a poco ir extrapolando la atención plena a más y más áreas de tu vida. Empezamos.
EXPANDIENDO NUESTRA ATENCIÓN PLENA
Como ya deberías saber, la atención plena consiste en dedicar tu total atención a una única cosa en el momento presente, con la exclusión de todo lo demás.
Así que la forma más fácil de empezar a entrenar dicha atención fuera del cojín es en situaciones en las que nos vemos a menudo y que son una costumbre para nosotros.
EN TUS HÁBITOS DIARIOS
Todas esas tareas sencillas que haces cada día de manera automática son perfectas:
- Cepillarte los dientes
- Esperar en una cola
- Cocinar
- Ducharte
- Etc…
¿Pero qué es lo que tengo que hacer exactamente?
Fácil: imagina que son tu objeto de meditación. Haz como si estuvieras sentado en el cojín, y concéntrate plenamente en la tarea que estás llevando a cabo.
Como puede resultar obvio, esperar en una cola no siempre es agradable. ¿Pero acaso siempre lo es el concentrarse en la respiración?
¡Claro que no! Hay veces que no tienes ninguna gana de sentarte a meditar. Pero aún así lo haces, sin juzgarte, ¿Cierto?
Ya has notado las similitudes entre ambas cosas, ¿Verdad?
Cuando, por ejemplo, te cepilles los dientes, concéntrate plenamente en la tarea. Hazla de manera consciente. Y si notas que caíste en el piloto automático, devuelve la atención a la tarea.
CUESTIONANDO LO QUE HACES
Podemos decir (y de hecho, ya lo hemos dicho) que la atención plena te brinda una visión más aguzada, y un entendimiento más profundo de las cosas.
Usa esa nueva habilidad que tienes para cuestionar tus comportamientos.
Y es que, a veces pasa que adquirimos un hábito sin saber muy bien por qué y lo hacemos de forma automática, casi sin notarlo.
¿Por qué haces lo que haces?
Esto puede reducirse a lo más absurdo, pero créeme, funciona.
¿Por qué comes lo que comes?
¿Por qué te acuestas a la hora que te acuestas?
¿Por qué hablas con esa persona?
Cuestionarte hasta lo aparentemente incuestionable no es sólo un perfecto ejercicio de atención plena, sino que también te ayuda a localizar áreas de tu vida que ni siquiera sabías que debías mejorar.
HABLANDO CON ALGUIEN
¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a alguien de verdad? Quiero decir, de verdad.
No con el objetivo de contestarle; no con el objetivo de imponer tu opinión sobre la suya. Sino con el objetivo de escuchar, simplemente. De entender a la otra persona.
¿Sabes qué? Adivina cuáles son algunos de los factores que determinan una comunicación efectiva:
- Escuchar sin juzgar, para evitar prejuicios
- Poner plena atención, para poder entender a un nivel profundo
- Concentrarte, para que tu interlocutor se sienta atendido y apreciado
¿Y QUÉ CONSIGO CON ESTO?
Ahora es cuando empiezas a darte cuenta de que aquello que practicas cuando meditas tiene una estrecha relación con prácticamente todo lo que haces en tu vida.
La meditación formal sirve exactamente para despertar estas cualidades en tu interior.
Recuerda que el tiempo que pasas en el cojín sólo es el entrenamiento. Si, tarde o temprano, no empiezas a expandir los horizontes de la meditación formal a tu vida diaria, poco vas a cambiar tu vida.
Que este artículo no sea tu límite, querido lector. Aquí te he mostrado un abanico de ideas muy limitado, sólo para que sirviera como ejemplo. Pero el cielo es el límite; y los principios son los mismos.
Fuente: https://lasendazen.com/mindfulness-a-la-vida-diaria/