De 37.9 millones de infectados en el mundo, sólo la mitad recibió en 2018 un tratamiento que le permitió tener una calidad de vida aceptable
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es una de las más importantes en el mundo, tanto por el número de personas afectadas como por su carácter crónico, derivado de la falta de una cura definitiva, señaló Leonor Huerta, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM.
El virus persiste entre la población y su principal vía de transmisión sigue siendo la sexual, dijo en el marco del Día Mundial de la Lucha contra el SIDA.
Existen medicamentos antirretrovirales capaces de bloquear ciertas proteínas del VIH, que son importantes para su ciclo de replicación. Se ha demostrado que la toma de esos fármacos bajo vigilancia médica otorga una esperanza de vida similar a la de alguien sin la infección, dijo.
No obstante, según datos de la ONU en 2018 de aproximadamente 37.9 millones de infectados en el orbe, sólo la mitad recibió tratamiento que le permitió tener una calidad de vida aceptable, pues sin acceso a terapias antirretrovirales la infección es mortal, afirmó.
Por ello, remarcó la universitaria, son necesarias políticas de cobertura de medicamentos para todos los pacientes a fin de combatir la enfermedad, pero también para prevenir nuevas infecciones.
Asimismo, mencionó que según reportes, cuando la terapia se interrumpe, el VIH retorna rápidamente a niveles cercanos previos al tratamiento. “Esto indica que virus infecciosos permanecen en los tejidos del individuo, y hace evidente la necesidad de una adhesión estricta al tratamiento, para frenar su reactivación”.
En México, según el Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/SIDA (CENSIDA), de 1983 a 2019 se reportaron 207 mil 369 casos de sida, y en la actualidad hay 172 mil 390 personas con VIH/SIDA. En 2018 se registraron 17 mil 130 casos nuevos de la infección, y a mediados de 2019, otros siete mil 668.
En la UNAM, expertos investigan la relación del VIH con células humanas, y la respuesta inmune.
El VIH altera la función del sistema inmune, en consecuencia, el individuo se queda sin defensas contra agentes patógenos que en otras circunstancias no deberían impactarle.
Leonor Huerta mencionó que “para que la respuesta inmune funcione adecuadamente y elimine al agente patógeno, las células llamadas linfocitos T CD4 juegan un papel importante, pero éstas son las ‘preferidas’ del VIH, y dentro de ellas el virus se replica para luego liberarse y buscar nuevos linfocitos que infectar”.
Cuando una persona tiene una infección, sus linfocitos se activan, “su metabolismo se acelera y adquieren nuevas funciones, pero si el linfocito activado se infecta con el VIH, la maquinaria celular replica al virus. Es una paradoja: una respuesta inmune que nos debería proteger contra el virus, le sirve para replicarse”, explicó.
Las vacunas despiertan al sistema inmune, pero en el caso del VIH el virus encontraría un mejor “terreno” para instalarse. Además, muta generando distintas formas del virus, siendo ésta una razón adicional por la que el sistema inmune no puede eliminarlo adecuadamente.
En el IIBm, Leonor Huerta y sus colaboradores investigan la respuesta inmune por anticuerpos contra el VIH, y la persistencia del virus en linfocitos T en reposo (no activados).
Un anticuerpo es una proteína en forma de Y, producida por los linfocitos. Sus “puntas” pueden pegarse a las proteínas del virus y de este modo bloquearlo, o sirven como una marca para que otras células del sistema inmune destruyan a las células infectadas.
Durante la infección, el virus se une a proteínas de la superficie de los linfocitos, que actúan como receptores. Luego, la membrana del virus se fusiona con la membrana de la célula, formado un puente a través del cual el material genético del virus puede ingresar al citoplasma. Además de los receptores, otras moléculas de la superficie de la célula también son usadas por el virus para unirse y fusionarse con la membrana celular.
“Hemos observado que en el suero de los pacientes existen anticuerpos capaces de reconocer moléculas ubicadas en la superficie de linfocitos no infectados, y por lo tanto son autoanticuerpos. Estos autoanticuerpos no están dirigidos al receptor principal para el VIH (la molécula CD4). Quisimos determinar si participan en la inhibición de la entrada del virus en las células.
“Encontramos que el nivel de autoanticuerpos capaces de inhibir el paso de fusión de membranas se relaciona de manera inversa con el nivel de virus en la sangre de un grupo de pacientes. A más anticuerpos, menos virus. Por lo tanto, se puede proponer que la respuesta inmune incluye la producción de anticuerpos autoreactivos que podrían participar en la contención del virus”, detalló Leonor Huerta.
Los estudios se hicieron con 38 pacientes infectados con VIH, con la colaboración de investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y becarios del IIBm.
Es siguiente paso es indagar la identidad de las proteínas específicas reconocidas por esos anticuerpos. Este conocimiento es relevante para conocer mejor la respuesta inmune capaz de controlar al virus.
Otros investigadores nacionales relacionados con la infección por VIH mantienen contacto con la UNAM mediante colaboraciones y la participación de sus estudiantes en programas de posgrado.