Pese a que el sexo se puede considerar un ejercicio, es poco factible que mediante este se cumplan los requerimientos para tener una buena salud cardiovascular
En varias ocasiones la ciencia ha demostrado los beneficios de practicar de forma regular y moderada algún deporte, sobre la salud física y mental, repercutiendo en el disfrute y rendimiento en el sexo.
Siendo dos elementos que deberían ir de la mano, un estudio realizado por la Fundación Española del Corazón (FEC) deja ver que la actividad física requerida en las relaciones sexuales puede compararse con la subida de dos pisos por las escaleras.
Si bien deja en claro que debemos considerar las variaciones en el gasto energético durante el coito, según el estado físico de las personas involucradas, la excitación, la ingesta de comida previo de la actividad sexual, o hasta si la relación es extraconyugal, conlleva una activación física y un estrés hemodinámico en el sistema vascular, similar al del ejercicio físico.
Y es que, la actividad sexual genera un gasto energético, variable según la situación, que oscila entre 3 o 4 METs en relaciones con la pareja habitual, y de 5 a 6 METs en relaciones con una pareja no habitual.
Dicha medida es similar al gasto energético requerido en una caminata en llano durante 4 a 6 kilómetros por hora, o en deportes como el tenis de mesa, o el tiro con arco en el primer caso, o jugar al bádminton o al golf, en el segundo.
Sin embargo, pese a que el sexo se puede considerar un ejercicio físico, es poco factible que mediante este, se pueda cumplir con los requerimientos semanales para tener una buena salud cardiovascular, aunque se tenga una vida sexual muy activa.
En este sentido, debemos considerar que hacer ejercicio de forma regular y moderada, mejorará nuestro estado de salud físico y mental, mejorando el rendimiento sexual, principalmente de los hombres que requieren de una buena irrigación sanguínea para conseguir una erección.
Así, el ejercicio regular ayuda a mantener en plena forma al corazón, uno de los músculos fundamentales durante el acto sexual, cuando se dilatan los vasos sanguíneos para aportar un flujo importante de sangre al pene en los hombres, y la vulva en las mujeres.
Además, la actividad física influye de manera positiva en los pulmones, mejorando paulatinamente la respiración, con lo que se incrementa la capacidad del oxígeno en el cuerpo, potenciando la resistencia al momento de mantener relaciones sexuales. Igualmente, el deporte ayuda a perder o mantener el peso corporal, con lo que se facilita realizar más posturas en el terreno sexual.
Por último, el ejercicio mejora las relaciones sexuales al estar vinculado con factores metabólicos, pues la actividad física controla los niveles de insulina, evitando trastornos metabólicos que podrían afectar la fase de excitación.
IPR
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