Las caricias alteran el epigenoma dejando un sistema inmune más fuerte, un metabolismo más acelerado y mejor desarrollo emocional
Las mamás no perdemos la menor oportunidad para cargar y abrazar a nuestros pequeños, pero a veces, nos limitamos para no ser “empalagosas” o “porque se van a acostumbrar a los brazos”.
Sin embargo, la ciencia nos da una razón para hacerlo, es decir, cada vez que los abrazamos cambiamos su ADN para bien.
Un estudio de la Universidad de Cambridge revela que el contacto de piel a piel entre mamá e hijo, a través de los abrazos y caricias, alteran el epigenoma (el ADN) del recién nacido.
El epigenoma es el cambio bioquímico que influye en la expresión de los genes del cuerpo. Cuando se abraza a los bebés desde que nacen, se produce una metilación del ADN; es decir, un cambio en el funcionamiento de los genes.
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Esto es bueno para tu hijo simplemente porque obtiene muchos beneficios, como un sistema inmune más fuerte, un metabolismo más acelerado, una menor angustia, y un mejor desarrollo emocional y cognitivo.
“Una maduración epigenética más lenta puede reflejar un progreso menos favorable en lo que se refiere a su desarrollo, especialmente psicológico”, señalan los científicos
Así que deja a un lado los consejos de dejarlo acostado en la cama o aguantarte las ganas de abrazarlo y besarlo, y mejor dale una gran dosis de apapachos. No sólo le demostrarás todo tu amor, sino que le ayudarás a que su cuerpo sea más saludable física, emocional y mentalmente.
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CAB