La pandemia de COVID-19 ha provocado pérdidas, sufrimiento y estrés, por lo que centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante ahora
El suicidio es un grave problema de salud pública rodeado de estigma, mitos y tabúes. Cada año cerca de 800,000 personas se quitan la vida a nivel mundial, lo que equivale a que a una persona muere por estar causa cada 40 segundos. Contrariamente a las creencias comunes, los suicidios se pueden prevenir con intervenciones oportunas, basadas en la evidencia y, a menudo, de bajo costo.
Se estima que por cada suicidio que se produce hay más de 20 intentos, y puede ocurrir a cualquier edad y es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años en la Región de las Américas.
La pandemia de COVID-19 ha provocado pérdidas, sufrimiento y estrés. Centrarse en la prevención del suicidio es especialmente importante ahora, para permanecer conectados unos con otros y ser conscientes de los signos de riesgo de suicidio y cómo responder. Aun en estos tiempos en que hay mayor distanciamiento físico, las personas aún pueden mantener conexiones sociales y cuidar su salud mental.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que en la región de las Américas, cada año se registran alrededor de 100.000 muertes prematuras por suicidio. Es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años en todo el mundo y es aproximadamente 4 veces más frecuente en los hombres, lo que representa aproximadamente el 79% de todas las muertes autoinfligidas.
La tasa más alta de suicidio en la Región de las Américas se registra en hombres mayores de 70 años. El impacto de estas muertes en las familias, amigos y comunidades es devastador. Desafortunadamente, con demasiada frecuencia no se da prioridad al suicidio como un problema de salud pública importante.
A pesar de un aumento de la investigación y el conocimiento sobre el suicidio y su prevención, el estigma que lo rodea persiste y quienes necesitan ayuda con frecuencia no la buscan, sintiéndose solos ante el riesgo.
Incluso cuando la gente busca ayuda, es cierto que muchos servicios de salud no la brindan. El desafío es real y debe afrontarse.
El intento de suicidio previo sigue siendo el factor de riesgo más importante para el suicidio. Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales, como la depresión y el trastorno por consumo de alcohol, está bien establecido, muchos suicidios ocurren impulsivamente en momentos de crisis, como problemas financieros, ruptura de relaciones o dolor y enfermedad crónicos. Los suicidios se pueden prevenir reduciendo el acceso a medios letales (por ejemplo, pesticidas, armas de fuego, ciertos medicamentos) y promoviendo la educación y la capacitación en la comunidad sobre el riesgo de suicidio.
El estigma que rodea a los trastornos mentales y al suicidio impide que las personas busquen ayuda. Significa que muchas personas que están pensando en quitarse la vida o que han intentado suicidarse no están recibiendo la ayuda que necesitan. La prevención del suicidio no se ha abordado adecuadamente debido a la falta de conciencia sobre esto, como una de las principales causas de salud pública en muchos países.
La subnotificación y la clasificación errónea son problemas mayores para el suicidio que para la mayoría de las otras causas de muerte debido a la sensibilidad del suicidio y la ilegalidad de la conducta suicida en algunos países.
IPR
Contenido relacionado
La atención a la salud mental debe iniciar a partir de la primera infancia