Se ha encontrado una proteína de “choque de frío” en la sangre de unos nadadores de invierno que ralentiza la aparición de la demencia e incluso repara parte del daño
Un reciente estudio encontró que la natación en agua fría podría proteger al cerebro de enfermedades degenerativas como la demencia.
De acuerdo con investigadores de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, por primera vez, se ha encontrado una proteína de “choque de frío” en la sangre de unos nadadores de invierno habituales en la piscina Parliament Hill de Londres.
La profesora Giovanna Mallucci, que dirige el Centro del Instituto de Investigación de la Demencia de Reino Unido en la Universidad de Cambridge, dice que el descubrimiento podría orientar a los investigadores hacia nuevos tratamientos farmacológicos que puedan ayudar a mantener a raya la demencia.
Según indica en una publicación en la revista científica Nature, se ha demostrado que la proteína ralentiza la aparición de la demencia e incluso repara parte del daño que causa esta enfermedad en los ratones.
Su investigación todavía se encuentra en una etapa temprana. Se centra en la capacidad de hibernación que tienen todos los mamíferos, y que es provocada por la exposición al frío.
Según adelanto, los investigadores están buscando nuevas formas de tratar la afección, ya que las opciones actuales solo tienen un impacto limitado.
El equipo de demencia de Cambridge descubrió en 2015 los “productos químicos del choque de frío” que desencadenan el proceso de regeneración de sinapsis en los animales que hibernan.
De acuerdo con Giovanna Mallucci, el reto ahora es encontrar algún fármaco que estimule la producción de la proteína apuntada, la RBM3, en humanos y demostrar que realmente funcione para combatir la demencia.
Para sus estudios, los investigadores allegados a Mallucci enfriaron ratones ordinarios, ratones con Alzheimer y con enfermedad priónica (neurodegenerativa), hasta el punto en que se volvieron hipotérmicos; es decir, hasta que su temperatura corporal bajó de los 35°C.
Al recalentarlos, observaron que solo los ratones sanos podían regenerar sus sinapsis. Por su parte, los ratones priónicos y con Alzheimer no pudieron.
Al mismo tiempo, encontraron que los niveles de una proteína de “choque de frío”, RBM3, se habían disparado en los ratones comunes, pero no en los demás.
Así, el experimento sugirió que la proteína RBM3 podría ser la clave para la formación de nuevas conexiones neuronales.
De hecho, los científicos demostraron el vínculo en otro experimento que mostró que las muertes de células cerebrales en los ratones con Alzheimer y con enfermedad priónica podían prevenirse aumentando artificialmente los niveles de RBM3.
Con lo encontrado, la profesora Mallucci apuntó que un fármaco que provoque la producción de RBM3 podría ayudar a ralentizar y, posiblemente incluso, revertir parcialmente el progreso de algunas enfermedades neurodegenerativas en las personas.
Cabe destacar que, según aclara, la RBM3 no había sido detectada en sangre humana; por lo que el siguiente paso obvio era averiguar si la proteína estaba presente en los humanos.
Nadadores
Así, luego de dar una entrevista con medios y cuestionar la peligrosidad de someter a gente a temperaturas tan bajas, unos nadadores que en invierno van a la piscina al aire libre sin calefacción en Parliament Hill, en Londres, se pusieron en contacto con ella.
Él y los otros nadadores acostumbrados a entrenamientos de este tipo la ayudaron en los inviernos de 2016, 2017 y 2018. Su equipo probó la proteína en ellos. Con el equipo de Cambridge, descubrió que un número significativo de nadadores tenían niveles marcadamente elevados de RBM3.
Por ahora, ese segundo trabajo de Cambridge sobre nadadores de invierno se ha compartido en conferencias en internet, pero aún no se ha publicado en una revista científica.
Cabe destacar que otros investigadores han encontrado niveles igualmente altos de RBM3 en bebés, pacientes cardíacos y con accidentes cerebrovasculares que se han vuelto hipotérmicos.
Lo que muestran estos hallazgos, dice la profesora Mallucci, es que, al igual que los mamíferos en hibernación, los seres humanos producen la proteína del “choque de frío”.
La investigadora apunta que el desafío ahora es encontrar un medicamento que estimule la producción de la proteína en humanos y, lo que es más importante aún, demostrar que realmente ayuda a retrasar la demencia.
*Con información de BBC
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