Los niños que crecieron en zonas con niveles más altos de plomo atmosférico tenían personalidades menos adaptativas en la edad adulta
La exposición al plomo en la infancia puede dar lugar a personalidades menos maduras y saludables en la edad adulta, según un nuevo estudio dirigido por investigadores de psicología de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’.
“Los vínculos entre la exposición al plomo y los rasgos de la personalidad son bastante impactantes, porque llevamos nuestra personalidad a todas partes –explica Ted Schwaba, becario postdoctoral en el Departamento de Psicología de la UT Austin–.
Incluso un pequeño efecto negativo del plomo en los rasgos de la personalidad, cuando lo agregas a millones de personas y a todas las decisiones y comportamientos diarios en los que influye nuestra personalidad, puede tener efectos realmente masivos en el bienestar, la productividad y la longevidad”.
En el estudio, los investigadores vincularon los datos históricos sobre el plomo atmosférico de la Agencia de Protección del Medio Ambiente con las respuestas al cuestionario de personalidad en línea de las personas que crecieron en los lugares de la muestra. Los resultados mostraron que los adultos que se criaron en condados de Estados Unidos con mayores niveles de plomo atmosférico eran menos agradables y concienzudos y, entre los adultos de 20 y 30 años, más neuróticos que los que estuvieron menos expuestos al plomo durante la infancia.
“Estos tres rasgos -concienciación, amabilidad y bajo neuroticismo- conforman una gran parte de lo que consideraríamos una personalidad madura y psicológicamente sana y son fuertes predictores de nuestro éxito o fracaso en las relaciones y en el trabajo –subraya Schwaba–. Normalmente, a lo largo de la vida, las personas se vuelven más concienzudas y agradables, y menos neuróticas“.
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Para comprobar si la exposición al plomo provoca estas diferencias, los investigadores examinaron los efectos de la Ley de Aire Limpio de 1970, y descubrieron que las personas nacidas después de que los niveles de plomo atmosférico empezaran a disminuir en sus condados tenían personalidades más maduras y psicológicamente sanas en la edad adulta que las nacidas antes de que sus condados eliminaran progresivamente los productos con plomo.
Para asegurarse de que estos resultados no reflejaban simplemente efectos de cohorte -características resultantes de experiencias históricas o sociales compartidas-, los investigadores reprodujeron su estudio en Europa, donde el plomo se eliminó más tarde que en Estados Unidos. Allí, descubrieron que las personas que crecieron en zonas con más plomo atmosférico también eran menos agradables y más neuróticas en la edad adulta, aunque los resultados relativos a la concienciación no se reprodujeron.
“Hace tiempo que sabemos que la exposición al plomo es perjudicial, pero cada nueva oleada de investigaciones parece identificar nuevas formas en las que la exposición al plomo perjudica a la sociedad”, apunta Schwaba
“Aunque hoy en día hay mucho menos plomo en la atmósfera, permanece en las tuberías, la capa superficial del suelo y las aguas subterráneas. Y estas fuentes de exposición al plomo tienden a perjudicar de forma desproporcionada a las personas de color –añade–.
También se encontró que los niños negros tienen el doble de probabilidades de tener altos niveles de plomo en la sangre que los niños blancos. Desde un punto de vista económico, desde un punto de vista de justicia social, o realmente desde cualquier punto de vista, es increíblemente importante limitar la exposición al plomo tanto como sea posible”, advierte.
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CAB