Prohibir los plásticos de un uso es una decisión más mediática que efectiva, dado que no existen normas para definir aspectos técnicos sobre cuáles son biodegradables y compostables
Cada habitante de la Ciudad de México produce en promedio 1.37 kilogramos de desechos sólidos al día o media tonelada al año, por lo que con una expectativa de vida de 70 años, cada capitalino habrá legado al planeta 35 toneladas de basura, advirtió la doctora Alethia Vázquez Morillas, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“En nuestra urbe la administración de residuos sólidos representa un gran desafío porque se manejan alrededor de 12 mil 998 toneladas diarias, de las cuales la Central de Abasto aporta entre 500 y 800 toneladas de materia orgánica, en tanto que los desechos electrónicos alcanzan 2.69 toneladas y tan sólo la Unidad Azcapotzalco arroja una tonelada diaria”.
En la conferencia La gestión de residuos en la CDMX, la investigadora del Departamento de Energía de la Unidad Azcapotzalco advirtió que prohibir los plásticos de un uso es una decisión más mediática que efectiva, toda vez que no existen normas para definir aspectos técnicos sobre cuáles son biodegradables y compostables, además que no existen suficientes laboratorios para evaluar su cumplimiento.
“El primer reto para los capitalinos es separar adecuadamente los desechos generados, así como mejorar el manejo de residuos sólidos como el caso de la composta, aunque sobre estos temas no hay soluciones sencillas pues inciden intereses políticos, presupuestales, ambientales e incluso los acuerdos entre trabajadores y sindicatos”.
Sin embargo, “tenemos avances importantes si lo comparamos con cualquier otra metrópoli del país, pues la capital es la única que cada año reporta un inventario y lleva un control de lo que se hace”, afirmó durante la Semana de la Educación Ambiental, organizada por la Coordinación de Extensión Universitaria de la Unidad Azcapotzalco.
Vázquez Morillas puntualizó que para la recolección de basura la ciudad cuenta con 10 mil 299 barrenderos; 8 mil 218 carritos recolectores y 94 barredoras mecánicas, aunque la recolección y separación no es homogénea ya que depende de los acuerdos en cada alcaldía.
Por ejemplo, en Milpa Alta la separación de residuos es de 70 por ciento mientras en Álvaro Obregón y Gustavo A. Madero sólo alcanza 20 puntos porcentuales.
Para las labores de recolección y manejo de la basura el gobierno de la Ciudad de México cuenta con 14 mil trabajadores de base, 5 mil contrataciones eventuales y 10 mil voluntarios.
Sin embargo, “cada camión es un pequeño reino donde el chofer funge como dueño y la mitad de la plantilla de cada unidad recolectora está compuesta por voluntarios quienes perciben ingresos a través de las propinas y venta de los residuos reutilizables, además de que lamentablemente hay mafias o familias que controlan la recolección y manejo de la basura”.
La metrópoli cuenta con 13 estaciones de transferencia y si bien para la composta de basura orgánica existen ocho plantas –entre las cuales una pertenece al Instituto Politécnico Nacional y otra es operada por la Universidad Nacional Autónoma de México– 98 por ciento de estos desechos se procesan en el basurero del Bordo Poniente.
Para la recuperación de desechos inorgánicos existen tres plantas de reciclaje que acopian PET, metales y papel que únicamente cubren 14 por ciento de lo generado.
Esas instalaciones de selección están dominadas por tres agrupaciones sindicales: dos de ellas controlan la de Aragón y una la de Santa Catarina, en tanto que para el coprocesamiento las de San Juan de Aragón y de la Central de Abasto compactan al día 932 toneladas de basura, las cuales son vendidas a CEMEX para producir cemento.
La doctora en Ciencias e Ingeniería Ambientales explicó que operan cinco rellenos sanitarios privados fuera de la urbe –cuatro ubicados en el estado de México y uno más en Morelos– a los cuales el gobierno paga para depositar la basura de la Ciudad de México.
En el manejo de los desechos sólidos de la capital del país inciden factores sociales, económicos, sindicales y ambientales que se complican si consideramos que contamos con una población de 9 millones de habitantes asentados en 1,495 kilómetros cuadrados del Valle de México y que la urbe tiene una población flotante de 1.7 millones de personas, concluyó.