Comer dos porciones por semana se relaciona con un riesgo del 3% al 7% mayor de enfermedad cardiovascular y un 3% mayor de todas las causas de muerte
Después de un controvertido estudio publicado el otoño pasado que aseguraba que no era necesario que las personas cambiaran su dieta en lo referente a la carne roja y la carne procesada, un nuevo estudio grande y cuidadosamente analizado vincula el consumo de carne roja y procesada con un riesgo ligeramente mayor de enfermedad cardíaca y muerte.
Comer dos porciones por semana de carne roja, carne procesada o aves de corral se relaciona con un riesgo del 3% al 7% mayor de enfermedad cardiovascular y un 3% mayor de todas las causas de muerte, según un nuevo estudio de Northwestern Medicine y la Cornell University de Chicago que publica la revista ‘JAMA Internal Medicine’.
“Es una pequeña diferencia, pero vale la pena intentar reducir la carne roja y la carne procesada como pepperoni, mortadela y embutidos –advierte la autora principal del estudio, Norrina Allen, profesora asociada de Medicina Preventiva en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern–. El consumo de carne roja también está constantemente relacionado con otros problemas de salud como el cáncer”.
“La modificación de la ingesta de estos alimentos con proteínas animales puede ser una estrategia importante para ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte prematura a nivel de la población”, señala el autor principal del estudio, Victor Zhong, profesor asistente de Ciencias Nutricionales en Cornell, quien hizo la investigación cuando fue becario postdoctoral en el laboratorio de Allen.
Los nuevos hallazgos se producen inmediatamente después de un controvertido metaanálisis publicado en noviembre pasado que recomendaba a las personas no reducir la cantidad de carne roja y carne procesada que comen. “Todos interpretaron que estaba bien comer carne roja, pero no creo que eso sea lo que la ciencia respalda”, advierte Allen.
“Nuestro estudio muestra que el vínculo con la enfermedad cardiovascular y la mortalidad es sólido”, añade Zhong.
“El pescado, los mariscos y las fuentes de proteínas de origen vegetal, como las nueces y las legumbres, incluidos los frijoles y los guisantes, son excelentes alternativas a la carne y se consumen poco en los Estados Unidos”, recomienda la coautora del estudio, Linda Van Horn, profesora de Medicina Preventiva en Feinberg, y también miembro del Comité Asesor de Pautas Dietéticas de Estados Unidos para 2020.
El estudio encontró también una asociación positiva entre la ingesta de aves de corral y la enfermedad cardiovascular, concretamente un riesgo 4% mayor de enfermedad cardiovascular para las personas que comieron dos porciones por semana, pero la evidencia hasta el momento no es suficiente para hacer una recomendación clara sobre la ingesta de aves de corral, admite Zhong, si bien como puede estar relacionado con el método de cocinar el pollo y el consumo de la piel en lugar de la carne de pollo en sí, no se recomienda el pollo frito.
No se halló, en cambio, asociación entre comer pescado y enfermedad cardiovascular o mortalidad.
El nuevo estudio reunió una gran muestra diversa de seis cohortes, incluyó datos de seguimiento largos de hasta tres décadas, datos de dieta armonizados para reducir la heterogeneidad, ajustó un conjunto integral de factores de confusión y realizó múltiples análisis de sensibilidad.
El estudio incluyó a 29,682 participantes (con una media de edad de 53.7 años al inicio del estudio). Los participantes informaron los datos de la dieta, a quienes se les pidió una larga lista de lo que comieron durante el año o mes anterior.