El mecanismo cerebral detrás de la curiosidad

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El mecanismo cerebral detrás de la curiosidad
El mecanismo cerebral detrás de la curiosidad

Investigadores del Instituto de Neurociencia de los Países Bajos han descubierto un nuevo circuito cerebral que subyace a la curiosidad

La curiosidad es el impulso motivador para explorar e investigar lo desconocido y hacer nuevos descubrimientos.

Es tan esencial e intrínseca para la supervivencia como el hambre. Hasta hace poco, los mecanismos cerebrales que subyacen a la curiosidad y al comportamiento de búsqueda de novedades no estaban claros.

La curiosidad, el hambre y la agresividad apetitiva impulsan tres comportamientos diferentes dirigidos a un objetivo: la búsqueda de novedades, la ingesta de alimentos y la caza.

En los animales estos comportamientos se componen de acciones similares. Esta similitud de acciones ha dificultado el estudio de la búsqueda de novedades en animales inarticulados y su distinción de la alimentación y la caza.

Investigadores del Instituto de Neurociencia de los Países Bajos han descubierto un nuevo circuito cerebral que subyace a la curiosidad y la búsqueda de novedades, según publican en la revista Science.

“A pesar de contar con técnicas bien desarrolladas para estudiar los circuitos cerebrales de los ratones, hay muchos resultados controvertidos y diferentes en el campo del comportamiento motivacional”, explica Alexander Heimel, jefe de grupo del Instituto Holandés de Neurociencia

Por ello, añade Heimel, “optamos por una solución sencilla para llevar a cabo nuestra investigación: dar al ratón libertad para elegir lo que quiere”.

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Al examinar a los ratones en una batería experimental de objetos nuevos y familiares y de interacción social, los científicos descubrieron un circuito cerebral específico del tipo de célula del comportamiento de búsqueda de la curiosidad y la novedad.

El investigador Mehran Ahmadlou añade que, “al aumentar la actividad cerebral en una región específica del cerebro, la Zona Incerta, aumentó la interacción con congéneres y objetos novedosos en comparación con los objetos familiares y la comida.

Cuando inactivamos las células de esta región, la profundidad y la duración de la investigación disminuyeron”. Además, los investigadores descubrieron que determinadas neuronas eran más activas durante la investigación profunda que durante la superficial.

Gracias a varias técnicas innovadoras, se descubrió una ruta completa de múltiples regiones cerebrales que convierte la curiosidad en acción en los ratones.

“Es la primera vez que se describe este camino –resalta Heimel–. Ahora podemos empezar a entender, por ejemplo, cómo la curiosidad se impone a veces a la necesidad de seguridad, y por qué algunos individuos son más curiosos que otros. Todavía hay muchas cosas por las que sentimos curiosidad”.

Todavía se desconoce cómo la curiosidad conduce al comportamiento de investigación en los seres humanos. Otro estudio reciente demuestra que la Zona Incerta también desempeña un papel en el despertar de la curiosidad en los monos.

Heimel reconoce que “todavía sabemos poco sobre esta zona en los humanos, porque está situada en lo más profundo del cerebro y es difícil medir la actividad con escáneres cerebrales”. El desarrollo de nuevas técnicas podría aportar más claridad en el futuro.

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CAB

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