En términos epidemiológicos, la salud mental participa en la carga global de las enfermedades con alrededor del 12%, y constituye una de las tres principales causas de mortalidad
El Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, es una oportunidad para concienciar y movilizar a la población acerca de cuestiones relativas a la salud mental. En esta ocasión, la jornada se centrará en la prevención del suicidio.
Y es que, cada año, cerca de 800,000 personas fallecen por esta causa, y otras muchas intentan suicidarse. Cada suicidio es una tragedia que afecta a una familia, a una comunidad o a todo un país y que tiene consecuencias duraderas en las personas cercanas a la víctima.
El suicidio no respeta edades y es la segunda causa de defunción entre los jóvenes de 15 a 29 años.
En términos epidemiológicos, la salud mental participa en la carga global de las enfermedades con alrededor del 12%, afecta hasta 28% de años vividos con discapacidad y constituye una de las tres principales causas de mortalidad entre las personas de 15 a 35 años (OMS, 2003).
Así, los trastornos mentales y conductuales se consideran afecciones de importancia clínica, caracterizadas por alteraciones de los procesos de pensamiento, de la afectividad o del comportamiento asociadas a angustia personal, a alteraciones del funcionamiento o a ambos (OMS, 2004).
Para clasificarse como trastornos, estas anomalías deben ser duraderas o recurrentes, y deben causar cierta angustia personal o alteraciones del funcionamiento en una o más facetas de la vida. Los trastornos mentales y conductuales se caracterizan también por síntomas y signos específicos, y suelen seguir una evolución espontánea más o menos previsible, salvo si se llevan a cabo intervenciones terapéuticas (OMS, 2001).
La salud mental abarca una amplia gama de actividades y la OMS la define como: «Un estado de bienestar, en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad».
Está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos.
La disfuncionalidad familiar, las carencias afectivas, la falta de redes sociales, así como la proliferación de estilos de vida nocivos y entornos insalubres, dan por resultado una mayor prevalencia de problemas de salud mental que se agravan por la pobreza y la exclusión social.
Estos problemas, aunados al incremento del consumo de drogas y de la violencia, repercuten cada vez más en la esfera psicosocial (OMS, 2003).
La promoción de la salud mental requiere que se adopten medidas multisectoriales, cuyo principal fin será fomentar la salud mental durante todo el ciclo vital, para garantizar a los niños un comienzo saludable en la vida y evitar trastornos mentales en la edad adulta y la vejez (OMS, 2009).
Los sistemas de salud basados en la Atención Primaria en Salud son claves para articular esta respuesta con énfasis en el derecho a la salud y de los nuevos enfoques familiares y sociales.