Las personas víctimas tienden a ser pasivo agresivas, pues a mayor frustración, mayor desencanto y mayor acumulación de resentimiento que tiene que salir de alguna manera “velada”
La tristeza, el dolor y el enojo son experiencias humanas, todos —en distintos grados y en diversos momentos de la vida— experimentamos esos sentimientos. Sin embargo es característico de quienes se posicionan como víctimas acallar la ira y el enojo: les resulta más “fácil” esconderse en la “tristeza” pasiva del dolor, que reconocer el proprio malestar y actuar en consecuencia.
Es por eso que las personas víctimas tienden a ser pasivo agresivas, pues a mayor frustración, mayor desencanto y mayor acumulación de resentimiento que tiene que salir de alguna manera “velada”. El enojo “enterrado” puede ser hacia uno mismo por falta de seguridad y de competencia o hacia los demás por algún hecho que nos haya lastimado. En ambos casos la idea de “victimizarse” es la forma de sanar o de saldar cuentas crea la estrategia manipulativa de las personas que se victimizan.
Es importante hacer consciente esta estrategia inconsciente ya que en la base de la misma está el temor y la dificultad de reconocer nuestro enojo y actuar –oportuna y constructivamente – en consecuencia.
¿Qué toca hacer a quien se siente atrapado en su victimez? Adoptar medidas para cambiar las situaciones que nos producen infelicidad o insatisfacción y aceptar las que no tienen remedio. Esto implica y requiere un cambio de actitud y nuevos caminos de acción…
Tips para dejar de victimizarse
- Suelta la idea de que la vida “te debe”. La vida no es justa, la vida no te debe nada, y aunque te lo debiera, no te lo va a pagar.
- Reconoce los sentimientos que experimentas, sobre todo la tristeza y el enojo.
- Descubre el significado de lo que estás sintiendo ¿miedo, celos, confusión?
- Detecta los pensamientos auto-destructivos en torno a tus emociones y cuestiona el sistema de creencias que lo sustentan.
- Mientras no puedas pensar y sentir diferente, al menos, antes de reaccionar, detén la acción. Pero intenta accionar de una forma distinta, aunque sea un cambio pequeñísimo, esto te ayudará a vivirte diferente, y luego a pensar y sentir de manera distinta.
- Revisa tu forma de comunicarte. Deja de decir “no es justo”, “tengo derecho a…”, “las cosas deberían de ser “así y no asa”. Estas palabras solo justifican la ira y te atan a los sentimientos de frustración como si alguien estuviera obligado a satisfacer tus necesidades.
- Distingue la empatía de la conmiseración. Una cosa es comprenderte y otra “tirarte al piso”
- Sé asertivo. Di lo que sientes, necesitas y valoras.
- Aprende a poner límites claros, y a decir NO ante lo que no puedes o no quieres.
- Descubre tus gustos, intereses, habilidades y deseos, y encuentra acciones que te permitan desplegarlos y respetarlos.
- Recupera seguridad personal a través de las pequeñas acciones que apuntan a respetar tus anhelos, tus necesidades y sus valores.
- ¡Aprende a ser resiliente! Para superar las dificultades y aceptar tu vulnerabilidad tienes que creer en tu propia fuerza interior, la cual implica desarrollar la convicción de que serás capaz de encarar lo que sea que estés viviendo, con recursos propios o con apoyo externo.
Integrar estas actitudes favorece un proceso de transformación que sustituye una actitud pasiva y un comportamiento basado en el poder negativo. Practicar con pequeñas acciones estos tips te permitirá colocarte en una posición de fuerza para afrontar activamente tu vida y desarrollar tu el poder personal.
Insisto, la vida no es fácil pero la madurez consiste en hacerse cargo del propio dolor, de trabajarlo y de atravesarlo airosamente. Superar la actitud de víctima te permitirá tomar las riendas de tu vida.
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