Cuando encontremos una persona que asume un rol de víctima de forma permanente, podemos ofrecerle alguna salida o incluso cierta ayuda, pero si no quiere hacerse responsable de su vida, no hemos de perder nuestro tiempo y nuestra energía
Por Tere Díaz
“Las víctimas nunca pueden ser protagonistas de su propia vida”
Anónimo
De una u otra forma, todos sufrimos en esta vida. Aquel que piensa que la vida es muy fácil y que todo le será dado, arranca con el pie izquierdo.
Unos más que otros, hemos sido más o menos afortunados o desafortunados por razones distintas, pero aún así, todos cargamos dolores, injusticias y ofensas. Por temas que van desde el azar hasta francos desequilibrios en privilegios (clase, raza, Ya sea por temas de género, discapacidad, etc.), podemos haber vivido injusticias o pudimos haber sido lastimados.
Sin duda si has sido víctima de alguna situación de abuso es importante denunciar y trabajar la consecuencia de la situación vivida.
Más si tienes una tendencia a la “victimez” por aquello de que piensas que tu sufrimiento es “mayor” que el de los demás, o porque crees que la vida te ha tratado injustamente, y deseas así llamar la atención, recuerda que lo que generas es aburrimiento y lástima más que atracción. La gente que se victimiza es cero interesante, al principio de sus quejas genera una cierta compasión, después da flojera y hartazgo.
Te comparto algunos rasgos que caracterizan a las personalidades “víctimas”:
– La queja y la lamentación son sus principales estrategias.
– Les gusta explicar con “puntos y comas” sus sufrimientos y las acciones de otros que los han lastimado.
– Usan su “dolor” para llamar la atención y recibir ayuda de los demás.
– Distorsionan la realidad “a favor” de su “ser víctima”; consideran que las expresiones o actitudes de otros tienen intenciones diferentes de las que realmente tienen.
– Son expertos en culpar a los otros de sus problemas al transformar la ira en miedo y desconfianza.
– Usan la manipulación emocional para lograr sus fines, es decir, apelan a la emocionalidad ajena para crear culpabilidad.
– Eluden la responsabilizad mediante su propia conmiseración por lo que no tienen agencia sobre su propia vida.
– Son incapaces de analizar sus actos y las consecuencias así como les es imposible ser autocríticos.
– Quizás en un inicio obtienen atención pero tarde o temprano, no solo cansan a quienes los rodean y pierden credibilidad, sino que aumentan su frustración ante la imposibilidad de tener una vida satisfactoria.
– Y por supuesto, no resuelven, ni atraviesan, ni afrontan sus problemas…
Cuando nos encontremos con una persona que se queja continuamente y asume un rol de víctima de forma permanente, podemos ofrecerle alguna salida o incluso cierta ayuda, pero si no quiere hacerse responsable de su vida ni buscar soluciones, no hemos de perder nuestro tiempo y nuestra energía en escuchar sus lamentaciones.
Y tú, ¿te vives como una persona resentida o como alguien decidido a cambiar?
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