Según la ONU, se están implementando “cambios importantes” en la respuesta y, “en esta coyuntura crítica, se necesitan recursos adicionales”
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha alabado el trabajo de las autoridades del país para combatir la enfermedad del Ébola y los riesgos asumidos por los trabajadores sanitarios y humanitarios que están sobre el terreno para atender a los enfermos y vacunar a la población.
“A pesar de estos esfuerzos, el brote está ahora en su décimo mes y se ha cobrado más de 1,000 vidas”, ha recordado Guterres en un comunicado.
Según la ONU, se están implementando “cambios importantes” en la respuesta y, “en esta coyuntura crítica, se necesitan recursos adicionales”.
“El secretario general llama a los Estados miembros y organizaciones socias a asegurar que las agencias que responden tienen los recursos necesarios para tener éxito”, ha señalado Naciones Unidas.
En la nota, Guterres recalca que el compromiso local sigue siendo clave para controlar el brote y urge a todos los líderes congoleses a trabajar juntos.
El pasado fin de semana, el Ministerio de Sanidad Congoleño informó de que el brote ha causado ya 1,008 muertos de un total de 1,529 contagios.
Esta epidemia de ébola constituye la mayor y más letal en la historia de la RDC y la segunda peor en todo el mundo, tras la vivida en varios países de África occidental en 2014, que se saldó con más de 11,000 muertes.
En este caso la respuesta a la enfermedad se ha visto obstaculizada por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento así como por la inseguridad imperante en la zona, donde operan numerosas milicias rebeldes y grupos armados.
En los últimos meses, los hospitales y equipos que tratan a enfermos de ébola han sido objetivo de repetidos ataques, lo que ha obligado a suspender de forma intermitente las operaciones.
El pasado 19 de abril, el epidemiólogo camerunés Richard Valery Mouzoko Kiboung, enviado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a la ciudad de Butembo, fue asesinado en un ataque armado a un hospital perpetrado por hombres no identificados.