Los infectados con Covid-19 podrían desarrollar demencia

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Los infectados con Covid-19 podrían desarrollar demencia
Los infectados con Covid-19 podrían desarrollar demencia

La frecuencia con la que los pacientes pierden la memoria y la noción del tiempo mientras atraviesan el Covid-19 ha provocado el interés de los médicos

Un nuevo estudio sugiere que los infectados de Covid-19 que enfrentan episodios de delirios durante la enfermedad podrían desarrollar demencia en los próximos años. Los principales afectados serían los adultos mayores, a quienes ha afectado desproporcionadamente.

Desde que la enfermedad fue detectada, en diciembre del año pasado, se han registrado un gran número de personas hospitalizadas que experimentan delirio. De acuerdo a una publicación de “Nature”, este síntoma se ha convertido en uno de los más comunes, al grado que algunos investigadores han propuesto convertir la afección en uno de los criterios de diagnóstico de la enfermedad.

Los autores del estudio denominaron que el delirio ocurre cuando el cerebro no puede compensar una situación estresante. Los neurotransmisores se desequilibran y los mensajeros químicos como la dopamina y la acetilcolina dejan de actuar de la manera en que deberían.

Según Sharon Inouye, geriatra del Instituto Marcus para el Envejecimiento y la Facultad de Medicina de Harvard, la frecuencia con la que los pacientes pierden la memoria y la noción del tiempo mientras atraviesan el Covid-19 ha provocado el interés de los médicos por la enfermedad.

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Para dimensionar los efectos que el virus del SARS-CoV-2 podría provocar en la capacidad cognitiva, Sondra Crosby, médica en el Boston Medical Center en Massachusetts, narró su experiencia con la enfermedad.

La especialista se infectó en abril y experimentó síntomas parecidos a los de un fuerte resfriado. Sin embargo, con el transcurso de los días le fue imposible levantarse de la cama, perdiendo, consecuentemente, la noción del tiempo.

Crosby permaneció en una “neblina confusa” durante cinco días, incapacitada de recordar cómo encender su teléfono o su dirección. Sus alucinaciones consistieron en ver lagartijas en las paredes y percibir un fétido olor a reptil.

“Realmente no comencé a procesarlo hasta más tarde cuando comencé a salir de él (delirio)”, relató

En consonancia, estadísticas del American College of Chest Physicians, revelaron que el 65% de los pacientes con sintomatología grave, presentaban confusión aguda, uno de las características del delirio. Estos datos sorprendieron a los especialistas, ya que por lo general, sólo un tercio de las personas que están gravemente enfermas desarrollan alteraciones de la realidad.

“Si se puede decir que la pandemia tiene un lado positivo ha sido para estimular el interés en cómo el delirio puede conducir a la demencia, y viceversa”, aseguró Catherine Price, neuropsicóloga de la Universidad de Florida

Inouye reconoció que dentro de las personas que experimentan episodios de delirio, alrededor del 70% de las personas se recuperan por completo. Sin embargo, un 30% no lo hace y que tarde o temprano desarrollará un significativo deterioro cognitivo profundo. Además advirtió que cuanto más tiempo está delirando una persona, mayor es su riesgo de deterioro cognitivo posterior.

De este modo, los investigadores propusieron tres hipótesis posibles de la manera en que el delirio puede desatar la demencia.

La primera de estas explica que una acumulación de basura celular tóxica en el cerebro podría provocar daños a corto y largo plazo, respectivamente. Cuando el cuerpo funciona correctamente, elimina estos residuos moleculares a través del torrente sanguíneo.

“El daño a los vasos por un episodio agudo de delirio podría persistir y desencadenar demencia, o un cerebro que experimenta delirio podría volverse más propenso a problemas vasculares en el futuro”, ahondó la especialista

Otra de las hipótesis presta atención a la inflamación, ya que las infecciones graves pueden provocar la acumulación de deterioro celular en el cerebro, potenciando la hinchazón de los órganos.

“La inflamación persistente puede desencadenar un episodio agudo de delirio y hacer que las neuronas y las células asociadas, como los astrocitos y la microglía, se deterioren y provoquen daños cognitivos”, prosiguió Inouye

La tercera idea refiere a que el delirio destruye las reservas neurológicas, encargadas de ayudar a la persona a sobrellevar la inflamación o la infección, “arrojándola al límite no solo hacia el delirio sino hacia una demencia más avanzada”.

Actualmente, los investigadores están en búsqueda de definir cuál de estas es la conjetura correcto. Por ello, Inouye espera que la financiación de estos estudios a largo plazo conduzca a un interés científico sobre la conexión entre el delirio y la demencia.

“Creo que va a ser un poco aterrador y un poco esclarecedor, tanto sobre cómo la enfermedad afecta el riesgo de demencia, como sobre qué otros factores de protección genética y de estilo de vida también pueden influir en el riesgo”, concluye Inouye

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CAB

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