La espina bífida es la segunda causa de discapacidad física en la infancia

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La espina bífida es la segunda causa de discapacidad física en la infancia
La espina bífida es la segunda causa de discapacidad física en la infancia

La mayoría de los pacientes con este padecimiento pueden desarrollar hidrocefalia, así como convulsiones, visión tubular, además de daño neurológico, así como incontinencia urinaria y fecal

La espina bífida es la segunda causa de discapacidad física en la infancia, después de la parálisis cerebral, por lo cual los especialistas del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios, alertan a sus derechohabientes y a la población en general sobre las medidas necesarias de prevención.

Octavio Martínez Montiel, Traumatólogo Ortopedista del Centro Médico ISSEMyM Toluca, señaló que este tipo de malformación congénita se desarrolla normalmente durante el primer trimestre del embarazo, que puede prevenirse hasta en 70 por ciento, si antes del embarazo la madre ingiere diariamente ácido fólico y vitamina E en cantidad suficiente.

“En México se tiene una prevalencia de 4.9 pacientes con defectos del tubo neural por cada 10 mil nacimientos y 75 por ciento de los casos corresponden a espina bífida, por tal motivo, se recomienda que las madres tomen además de ácido fólico, cereales integrales, harinas de trigo y de maíz, legumbres secas, verduras de hoja y frutas”, indicó.

Agregó que existen distintos tipos de esta enfermedad, como por ejemplo la espina bífida oculta, lipomeningocele, meningocele y mielomeningocele. Las cuales requieren de un tratamiento específico o en algunos casos puede necesitar de intervención quirúrgica.

Cabe mencionar que el tratamiento de rehabilitación para los niños con espina bífida debe iniciarse desde el nacimiento, con cambios posturales, alineación de segmentos corporales y estimulación temprana.

El especialista detalló que la mayoría de los pacientes con este padecimiento pueden desarrollar hidrocefalia, un trastorno que ocasiona la acumulación de líquido cefalorraquídeo en la cabeza y con ello un aumento de la presión y una expansión del cráneo a un tamaño mayor que el normal, así como convulsiones, visión tubular, además de discapacidad mental, daño neurológico, incontinencia urinaria y fecal.

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