La disciplina no debe ser arbitraria, confusa o por medio de amenazas. El reto con los hijos es propiciar el aprendizaje de valores y ayudarlos a desarrollar su independencia
Por Ale Velasco
La forma en que se disciplina a los hijos depende en gran parte de la habilidad de los padres para establecer límites claros y firmes acerca del papel que cada miembro de la familia debe desempeñar dentro y fuera del hogar.
La disciplina no debe ser arbitraria, confusa o por medio de amenazas, tampoco es recomendable juzgar al niño. Una de las labores que tenemos como padres es propiciar el aprendizaje de valores, enseñarlos y ayudarlos a desarrollar su independencia.
Dentro de la llamada disciplina positiva se pretende enseñar a los niños a darse cuenta de sus comportamientos no aceptables y motivar en ellos el deseo de portarse mejor. Al emplear castigos para disciplinar se pueden generar en el niño sentimientos de enojo hacia los padres o la sensación de que no son queridos o apreciados
Recuerdo que hace algunos años la disciplina se ejercía por medio de castigos o incluso de golpes, pero si analizamos el significado de la palabra disciplina, encontramos que significa, “el que aprende”, es decir, su finalidad es enseñar algo. Por fortuna los tiempos han cambiado y hoy sabemos que disciplina no es castigo, sino educación y enseñanza. Cuando disciplinamos a un niño o a un adolescente, le estamos enseñando a comportarse de forma responsable, constructiva y beneficiosa para sí mismo y para los demás (Tierno 2004).
La disciplina que se ejerce con amor y respeto hacia el niño consiste en dotarlo de las herramientas que lo convertirán en un adulto triunfador, emocionalmente sano y feliz.
Aportemos límites protectores por medio de la disciplina. Cuando los padres no logramos comunicar de forma clara el aspecto protector de la disciplina, generamos rechazo.
Recordemos que en todos los hogares es necesaria la disciplina, porque los niños que llegan a la adolescencia respetando los derechos individuales y cumpliendo los deberes para con los demás, son modelos de conducta (Ramírez 2004).