La resistencia a los antibióticos prolonga la estancia hospitalaria, eleva los costos médicos y aumenta la mortalidad
La resistencia bacteriana es una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo social, por ello el Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM) desarrolla estrategias para minimizar los efectos de este mal en beneficio de sus derecho habientes.
Samanta Díaz Rosales, integrante del Centro Institucional Coordinador de Fármaco Vigilancia del ISSEMyM, detalló que la institución proyecta la creación de una guía técnica con la que se pretende estandarizar y robustecer medidas sanitarias, protocolos de prescripción y acciones de difusión que concienticen a la población sobre la importancia de la higiene de manos, la supervisión médica y el uso responsable de los medicamentos.
“En el caso de la automedicación, el problema es que, si se utiliza un producto para combatir las bacterias recomendado de manera extrahospitalaria, es decir sin la opinión de un profesional de la salud, entonces ésta genera una resistencia y puede presentar un efecto adverso”, señaló.
Las infecciones nosocomiales son también un grave factor de riesgo y una de las causas primordiales del alto índice de las resistencias registradas en el país por lo que el ISSEMyM vigoriza en sus 110 clínicas y hospitales el programa Lavado de Manos.
Informó que el constante flujo y movimiento de gente en las unidades médicas las convierte en focos de transmisión, ya sea de familiar a paciente, o bien a través del propio entorno hospitalario.
Este problema prolonga la estancia hospitalaria, eleva los costos médicos y aumenta la mortalidad, tan sólo en los últimos 10 años, la resistencia a los antibióticos muestra un incremento de 90 por ciento a nivel mundial por ello es necesario tomar decisiones inmediatas al respecto, indicó.
La especialista detalló que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, esta situación representa la defunción de 700 mil personas en todo el orbe y se estima que para el año 2050 aumente a 10 millones, colocándose como la primera causa de mortalidad.
“La resistencia es un problema de ecosistema, ya que hay un intercambio entre suelo, agua, aire, animales, humanos. Nosotros consumimos animales, los animales consumen vegetación, los fertilizantes, pesticidas y productos químicos utilizados comprometen su composición, además los humanos están viajando constantemente a otros países y existen mutaciones en las bacterias”, finalizó.