Resistencia a los antimicrobianos, otro riesgo a la salud en el siglo XXI

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Resistencia a los antimicrobianos, otro riesgo a la salud en el siglo XXI
Resistencia a los antimicrobianos, otro riesgo a la salud en el siglo XXI

Sin antimicrobianos eficaces, intervenciones como el trasplante de órganos, las quimioterapias o la cirugía mayor, se convertirán en procedimientos de muy alto riesgo

La resistencia a los antimicrobianos (RAM) se produce cuando los microorganismos (bacterias, hongos, virus y parásitos) sufren cambios al verse expuestos a los antimicrobianos (antibióticos, antifúngicos, antivíricos, antipalúdicos o antihelmínticos, por ejemplo).

De esta forma, los microorganismos resistentes a la mayoría de los antimicrobianos se conocen como ultrarresistentes; por lo que los medicamentos se vuelven ineficaces y las infecciones persisten en el organismo, lo que incrementa el riesgo de propagación a otras personas.

¿Por qué es motivo de preocupación mundial?

Están apareciendo nuevos mecanismos de resistencia que se propagan a nivel mundial y ponen en peligro nuestra capacidad para tratar enfermedades infecciosas comunes, con el consiguiente aumento de la discapacidad y las muertes, y la prolongación de la enfermedad.

Sin antimicrobianos eficaces para prevenir y tratar las infecciones, intervenciones como el trasplante de órganos, la quimioterapia del cáncer, el tratamiento de la diabetes o la cirugía mayor (por ejemplo, las cesáreas o las prótesis de cadera) se convertirán en procedimientos de muy alto riesgo.

La RAM aumenta el costo de la atención sanitaria por la mayor duración de las hospitalizaciones y la necesidad de una atención más intensiva; poniendo en riesgo los logros de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

¿Qué factores aceleran la aparición y propagación de la RAM?

La RAM es un fenómeno que aparece de forma natural con el tiempo, generalmente por modificaciones genéticas. Sin embargo, el proceso se ve acelerado por el mal uso y el abuso de los antimicrobianos.

En muchos lugares hay un abuso y mal uso de los antibióticos tanto en las personas como en los animales, y es frecuente que se administren sin supervisión de un profesional.

Como ejemplos de uso incorrecto se pueden citar su administración para tratar infecciones víricas (como los resfriados o la gripe), su uso como estimulantes del crecimiento de animales o para prevenir enfermedades en animales sanos.

Los microbios resistentes a los antimicrobianos están presentes en las personas, los animales y el medio ambiente (agua, suelo y aire). Estos pueden transmitirse de persona a persona o entre las personas y los animales, inclusive a través de la alimentación de origen animal.

El mal control de las infecciones, las condiciones sanitarias deficientes y la manipulación inadecuada de los alimentos fomentan la propagación de la RAM.

La resistencia a los antibióticos afecta a todos los países, ya que los pacientes con infecciones causadas por bacterias farmacorresistentes corren mayor riesgo de tener peores resultados clínicos y morir.

Además, consumen más recursos sanitarios que los infectados por cepas no resistentes de las mismas bacterias

La resistencia de Klebsiella pneumoniae (una bacteria intestinal común que puede causar infecciones potencialmente mortales) al tratamiento utilizado como último recurso (los antibióticos carbapenémicos) se ha propagado a todas las regiones del mundo. K. pneumoniae es una importante causa de infecciones nosocomiales, como la neumonía, la sepsis o las infecciones de los recién nacidos y los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos.

Debido a la resistencia, en algunos países los antibióticos carbapenémicos ya no son eficaces en más de la mitad de los pacientes con infecciones por K. pneumoniae.

La resistencia de Escherichia coli a una de las clases de medicamentos más utilizadas en el tratamiento de las infecciones urinarias (las fluoroquinolonas) está muy generalizada. E

n muchas partes del mundo hay países en los que este tratamiento es ineficaz en más de la mitad de los pacientes.

Al menos 10 países (Australia, Austria, Canadá, Eslovenia, Francia, Japón, Noruega, Sudáfrica, Suecia y Reino Unido) han confirmado casos en los que ha fracasado el tratamiento de la gonorrea con el último recurso frente a esta enfermedad: las cefalosporinas de tercera generación.

Para hacer frente a la aparición de resistencia, la OMS ha actualizado recientemente las directrices sobre el tratamiento de la gonorrea. Las nuevas directrices ya no recomiendan las quinolonas (una clase de antibióticos) debido a la generalización de una gran resistencia a ellas.

Asimismo se han actualizado las directrices sobre el tratamiento de la clamidiasis y la sífilis.

La resistencia a los fármacos de primera línea para el tratamiento de las infecciones por Staphlylococcus aureus (causa frecuente de infecciones graves en los centros sanitarios y en la comunidad) es generalizada.

Se calcula que los pacientes con infecciones por S. aureus resistente a la meticilina tienen una probabilidad de morir un 64% mayor que los pacientes con infecciones no resistentes.

La colistina es el último recurso para el tratamiento de infecciones potencialmente mortales por enterobacteriáceas resistentes a los antibióticos carbapenémicos. Recientemente se ha detectado resistencia a la colistina en varios países y regiones, y ello hace que las infecciones por estas bacterias dejen de ser tratables.

Hasta julio de 2016 se había confirmado la resistencia al tratamiento de primera línea contra el paludismo por Plasmodium falciparum (tratamientos combinados basados en la artemisinina: TCA) en cinco países de la subregión del Gran Mekong (Camboya, Myanmar, República Popular Democrática Lao, Tailandia y Viet Nam).

En la mayoría de los lugares los pacientes con infecciones resistentes a la artemisinina se recuperan totalmente cuando reciben un TCA que contenga otro fármaco eficaz. No obstante, en la frontera entre Camboya y Tailandia, P. falciparum se ha vuelto resistente a casi todos los antipalúdicos, lo cual dificulta enormemente el tratamiento y requiere una estrecha vigilancia. Hay un verdadero riesgo de que la multirresistencia aparezca pronto en otras zonas de la subregión.

La propagación de cepas resistentes a otras partes del mundo podría suponer un gran reto para la salud pública y poner en peligro los avances recientes en el control del paludismo.

Los cinco países mencionados y China han avalado la Estrategia OMS para la eliminación del paludismo en la subregión del Gran Mekong.

Por otro lado, se calcula que en 2010 el 7% de las personas que iniciaron un tratamiento antirretrovírico (TAR) en los países en desarrollo tenían VIH farmacorresistente.

En los países desarrollados la cifra era del 10-20%. Recientemente, algunos países han comunicado tasas de resistencia del 15% o más en quienes comienzan el tratamiento contra el VIH, y de hasta un 40% en quienes lo reinician. Por lo que es urgente que se preste atención a este problema.

El aumento de la resistencia tiene importantes repercusiones económicas, dado que los fármacos de segunda y tercera línea son, respectivamente, 3 y 18 veces más caros que los de primera línea.

Desde septiembre de 2015, la OMS recomienda que todos los pacientes con VIH sean tratados con antirretrovíricos. Se prevé que el aumento del uso de estos fármacos aumente la resistencia a ellos en todas las regiones del mundo.

Los antivíricos son importantes para el tratamiento de la gripe epidémica y pandémica. En la actualidad, prácticamente todos los virus de la gripe A circulantes en el ser humano son resistentes a los inhibidores M2 (amantadina y rimantadina).

En cambio, la frecuencia de la resistencia al oseltamivir, un inhibidor de la neuraminidasa, sigue siendo baja (1-2%). La sensibilidad a los antivíricos es vigilada constantemente por el Sistema Mundial OMS de Vigilancia y Respuesta a la Gripe.

Este es un problema complejo que afecta a toda la sociedad y depende de múltiples factores relacionados entre sí. Las intervenciones aisladas tienen poco impacto. Para minimizar la aparición y propagación de la RAM, requiriendo acciones coordinadas.

Todos los países deben tener planes de acción nacionales para combatirla, siendo necesarias más inversiones e innovaciones en la investigación y desarrollo de nuevos antimicrobianos, vacunas y pruebas diagnósticas.

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