Reconozcámoslo, necesitamos hacer una eutanasia emocional

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Reconozcámoslo, necesitamos hacer una eutanasia emocional
Reconozcámoslo, necesitamos hacer una eutanasia emocional

Necesitamos aceptar que tener conversaciones difíciles con gente que no quiere cambiar es como poner oxígeno y suero a quien ya no vive más tan solo para no sentir que nos ha dejado

Sí. Como lo lees. Permitir que acontezca. Permitir que suceda.

No como resultado de la soberbia ni de nuestro orgullo lastimado tantas veces, sino de tu necesidad de congruencia y nuestro amor por nosotras mismas.

Elijamos no luchar más. Aceptemos, de una vez por todas que seguiremos amándolos (ya sean amistades de años, familia, familiares -que no es lo mismo familiares que familia- o pareja), pero desde otro lugar y diferente otra perspectiva, desde otro nivel de comprensión, de responsabilidad, de compromiso, y sobre todo de consciencia consciente. De adultez.

Seguramente sea la cosa más difícil que tendremos que aprender a hacer en nuestra vida, pero sin duda, también será la más importante: El dejar que suceda.

Aceptar que elegir permanecer al lado de aquellos que no están listos para la función mental superior que implica el tener y mantener una relación emocional sana durante el tiempo y permanecer al lado de quien no nos ama es odiarnos a nosotras mismas.

Reconozcámoslo. Necesitamos hacer una eutanasia emocional. Aceptar que tener conversaciones difíciles con gente que no quiere cambiar es como poner oxígeno y suero a quien ya no vive más tan solo para no sentir que nos ha dejado.

Estar presente para quien es indiferente a nuestra presencia es como alimentar con sonda nasogástrica -para mantener vivo- a quien ya no tiene actividad cerebral y por tanto ya no vive más.

Aceptar con terrible dolor, pero también con inmensa claridad que destinar nuestro amor, nuestro esfuerzo y nuestra energía a gente que no está lista para amarnos… porque ni siquiera se aman a ellos mismos.

Sé que nuestro impulso es hacer todo lo que podamos para mantener vivas las relaciones que nos importan. Ayudar a todos los que podamos, pero también es ese impulso el que nos robará energía y cordura, y también lo único que no se recupera: el tiempo.

Porque cuando aprendemos a amarnos demasiado a nosotras mismas, y empezamos a aparecer en nuestra vida comprometidas con nosotras mismas, quizá por primera vez en nuestra vida… en lugar de estar siempre comprometidas con los otros, te juro que no todo el mundo va a estar listo para encontrarnos con nosotras ahí. En ese lugar de autodependencia y de adultez en el que ya no somos manipulables ni por culpa, dependencia o necesidad de aceptación de otros.

Y eso quizá nos haga dudar de haber hecho lo correcto al crecer y aprender a autodepender. Pero te aseguro que es lo correcto y no significa que tengamos que cambiar y convertirnos de nuevo en mujeres ignorantes emocionales y con baja autoestima. Significa que tenemos que aprender a hacer una eutanasia emocional con las personas que no comparten nuestros valores y por tanto no están preparadas para amarnos desde la misma plataforma existencial.

Si somos excluidas, insultadas sutilmente, olvidadas o ignoradas por las personas con las que pasamos la mayor parte del tiempo, no nos estamos amando al continuar ofreciéndoles nuestro amor, cuidados y tiempo de vida.

La verdad es que no nacimos para cubrir las expectativas de todos, ni todos ellos para cubrir las nuestras. Y es hora de elegir la eutanasia para algunas de nuestras relaciones.

Y entonces lo entendemos todo: Entendemos que mientras más de nuestro tiempo es destinado a tratar de forzar a alguien a amarnos cuando no les alcanza, cuando no son capaces a nivel emocional, más tiempo le estamos quitando a otra relación de vivir.

Esa persona existe y nos está esperando. Hay miles de millones de personas en este planeta, y muchas de ellas están ya en nuestro nivel. Vivas y con ganas de vivir con nosotros… pero cuanto más tiempo nos quedemos atadas a la idea de que con el siguiente terapeuta las cosas van a cambiar, de que con la próxima sonda vesical, o de que quizá con la alimentación parenteral o con el nuevo tratamiento las cosas mejorarán,  esas personas no vivas a nivel emocional  que nos usan como un colchón cada que se caen y que les impide llegar al suelo, que nos ven como una opción cuando para nosotros son prioridad, más tiempo nos mantenemos fuera de la oportunidad de encontrar un ser vivo, sano y dispuesto a amarnos que anhelamos.

Y sí…

Tal vez si dejamos de aparecer, seremos menos queridas y amadas.

Tal vez nos olviden por completo.

Tal vez si dejamos de enviar mensajes de texto, nuestro teléfono inteligente permanecerá sin sonar durante días y semanas…

Tal vez si dejamos de amar a fuerzas a alguien, el amor entre nosotros se disolverá.

Tal vez si dejamos de intentarlo, la relación morirá… Y ese es el punto. Permitir que suceda. Como decimos los tanatólogos, animarnos a darle una oportunidad A LA MUERTE de la relación.

Eso no significa que nosotros deseemos terminar la relación. Significa que aceptamos que lo único que sostenía a esa relación era la energía, la dedicación y el amor que nosotros y nadie más que nosotros poníamos en ella. Eso no es amor. Eso es dependencia emocional.

Cuando aceptemos y nos demos cuenta de esto, empezaremos a entender por qué estamos tan ansiosas cuando pasamos nuestro tiempo como enfermeras en terapia intensiva con gente que no nos aporta, y en trabajos, lugares o ciudades que no nos convienen.

Y entonces quitaremos sondas. Quitaremos venoclisis y hasta respiradores. Comenzaremos a darnos cuenta de que lo más importante que podemos hacer por nuestra vida, por nosotras mismas y por todos los que amamos es entender que no todos están facultados emocionalmente para ser amados por nosotras.  Hagamos de nuestra vida un refugio seguro (y no una sala de terapia intensiva) en el que sólo se permita la entrada a las personas que puedan cuidarnos y ser cuidadas por nosotras, que puedan escucharnos y sentirse escuchadas por nosotras y que puedan amarnos y sentirse amados por nosotras.

Tú no eres responsable de salvar a todos los que ames. Tú no eres responsable de convencerlos de necesitar ser salvados.

No es tu trabajo aparecer para las personas y entregarles tu vida porque ellos lo necesitan, porque te sientes mal si no lo haces, porque “deberías hacerlo”, porque estás obligada, porque, en la raíz de todo esto, tienes el terrible miedo de que no te devuelvan igual lo que haces por ellos.

Tu única responsabilidad es darte cuenta de que eres la ama de tu destino, y que estás aceptando el amor que crees que mereces… aunque sea totalmente disfuncional.

Acepta. Reconoce y elige diferente. Convéncete de que mereces una amistad real, un compromiso verdadero y un amor completo con personas que están sanas y sobre todo, vivas.

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