No, lo natural no es sinónimo de bueno, ni de sano

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Cada vez parece más frecuente escuchar personas del tipo: “es totalmente natural, por lo que es mucho mejor”, pero eso es un razonamiento altamente equivocado. Bueno y natural no son equivalentes. Me ha parecido importante destacarlo en un artículo, porque esa equivocación puede llevar a graves consecuencias. Como muchas veces, se trata de usar el sentido común.

La invasión de la ideología naturalista

El mensaje está en todas partes. Según este discurso, consumir productos naturales sería mejor para nuestra salud. Parte de la argumentación es que los productos “químicos” son malos, especialmente aquellos agrupados en la categoría de “conservantes”. Frente a esos productos que se presuponen malos se promocionan otros considerados como “naturales”, entre los cuales se incluyen los productos llamados “biológicos”.

Tan bien ha calado este mensaje en la mente colectiva, que las empresas no han dudado en aprovechar la tendencia para sus campañas de marketing, y cada vez son más los envases que indican “sin conservantes”, “sin aditivos”, o el muy práctico “producto natural”.

¿Pero, qué tiene de verdad esa equiparación de natural y bueno?

Las principales mejoras para la salud humana se han conseguido luchando contra la naturaleza

Los sistemas de agua potable, con tratamiento de agua a base de cloro, han salvado millones de vidas.

Los antibióticos, que a veces usamos en exceso, matan las bacterias naturales que acechan en todas partes y causan infecciones que pueden llegar a ser mortales.

Las vacunas, tan criticadas por unos conspiracionistas mal informados, salvan cada año la vida de millones de personas, especialmente a los niños pequeños. ¿Quieres comprobar los datos de mortalidad infantil antes de la llegada de las vacunas? Adelante.

Los conservantes en los alimentos, evitan algo que antes era sumamente habitual: el envenenamiento por culpa de ingerir comida en mal estado.

Los medicamentos en general, que siempre hay que usar con cuidado, consiguen evitar muchas muertes, aliviar el dolor y curar un sinnúmero de enfermedades.

Claro que el sistema no es perfecto. A veces se usan unos químicos por sus propiedades prácticas, y se tardan años en ver que pueden ser nocivos para la salud humana. Pero cuando eso ocurre, se toman medidas, las leyes cambian y los productos mejoran.

El amianto (conocido en España como uralita) era un producto de aislamiento muy práctico, pero se descubrió más adelante su peligro para la salud y fue retirado.

Los CFC eran los gases usados entre otras cosas en los vaporizadores. Una de sus ventajas era que no eran inflamables. Pero provocaban la desaparición de la capa de ozono, así que fueron prohibidos y sustituidos por unos productos inocuos para la atmósfera, pero inflamables.

También hay que reconocer que algunos procesos industriales no son buenos para la salud.

  • Las grasas trans son las peores grasas que se pueden ingerir en la alimentación, y son un subproducto de las transformaciones industriales de alimentos.
  • Los alimentos procesados también contienen muchas veces demasiada sal, demasiados azúcares, demasiadas grasas o insuficientes fibras.
  • Mucha de la comida industrial tiene un exceso de calorías.
  • Por otra parte, evidentemente, algunas cosas naturales son buenas.

Se recomienda comer a diario cinco raciones de frutas y verduras, porque aportan vitaminas, fibra, y otros nutrientes muy importantes para nuestra salud.

Ir a pasear en la naturaleza, lejos de cualquier fuente de contaminación es muy bueno para la salud. Haces ejercicio, respiras aire puro.

Fuente: https://blogdebienestar.com/2018/01/12/no-lo-natural-no-es-sinonimo-de-bueno-ni-de-sano/

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