El cuerpo humano es una máquina perfecta que como cualquier organismo va deteriorándose paulatinamente con la edad
La degeneración natural que sufren las articulaciones es algo muy común que afecta -en mayor o menor medida- a todas las personas mayores, causando dolor y rigidez en la movilización de las articulaciones.
En promedio, a partir de la cuarta década de la vida, muchas personas comienzan a presentar signos de desgaste en las articulaciones que soportan el peso del cuerpo como la cadera, la columna o las rodillas, mostrando dolor al levantarse, ejercitarse o simplemente al caminar.
Si el desgaste no es atendido a tiempo, las personas pueden desarrollar osteoartritis, la cual puede ser muy dolorosa y hasta incapacitante.
Los síntomas de este padecimiento generalmente empeoran con el tiempo, y pueden comenzar con:
- Tu articulación te puede doler mientras está en movimiento o después de realizar movimientos.
- Dolor con la palpación. Puedes sentir un dolor en la articulación cuando aplicas una leve presión.
- La rigidez articular puede ser más notable cuando te despiertas a la mañana o después de un período de inactividad.
- Pérdida de flexibilidad. Es posible que no puedas mover tu articulación en toda su amplitud de movimiento.
- Sensación chirriante. Puedes oír o sentir una sensación chirriante cuando usas la articulación.
- Estos trocitos de hueso extra, que se sienten como bultos duros, se pueden formar alrededor de la articulación afectada
“Si el desgaste no es atendido a tiempo, las personas pueden desarrollar osteoartritis, la cual puede ser muy dolorosa y hasta incapacitante”
¿Por qué se genera?
La osteoartritis se manifiesta cuando el cartílago que amortigua los extremos de los huesos de las articulaciones se deteriora gradualmente. El cartílago es un tejido firme, deslizante que permite un movimiento articular casi sin fricción.
Cuando una persona padece osteoartritis, la superficie resbaladiza del cartílago se torna áspera. Con el tiempo, si el cartílago se desgasta completamente, puedes tener una fricción ósea.
Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de artrosis está:
- Edad adulta avanzada. El riesgo de artrosis aumenta con la edad.
- El sexo. Las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar artrosis, aunque no se sabe con certeza por qué, si bien todo apunta a los componentes hormonales.
- Llevar peso corporal adicional contribuye a la artrosis de muchas maneras, y mientras más pesas, más riesgo tienes. Un mayor peso significa mayor tensión sobre las articulaciones que sostienen el peso, como las caderas y rodillas. Asimismo, el tejido graso produce proteínas que pueden provocar inflamaciones dolorosas en las articulaciones y alrededor de ellas.
- Lesiones en las articulaciones. Las lesiones, como las que se producen cuando practicas deportes o sufres accidentes, pueden aumentar el riesgo de artrosis. Incluso las lesiones que ocurrieron hace muchos años y parecen haber sanado pueden aumentar el riesgo de artrosis.
- Ciertos tipos de trabajo. Si tu trabajo incluye tareas que suponen una tensión repetitiva sobre una articulación en particular, esa articulación podría desarrollar artrosis con el paso del tiempo.
- Genética. Algunas personas heredan una tendencia a desarrollar artrosis.
- Deformidades en los huesos. Algunas personas nacen con articulaciones o cartílagos anómalos, lo que puede aumentar el riesgo de artrosis.
Y aunque este desgaste es natural, progresivo y paulatino en todos, existen alternativas que pueden ayudar a retrasar este deterioro evitando lesionar nuestras articulaciones y con ello extender nuestra salud.
Una de estas alternativas es el consumo de colágeno.
¿Qué es el colágeno?
Es una proteína muy abundante en nuestro cuerpo, que aporta resistencia y elasticidad a los tejidos.
En términos sencillos es el “pegamento” que mantiene unido nuestro cuerpo y todas nuestras articulaciones y representa hasta el 90% del tejido de piel y músculos. Es parte esencial de huesos, cartílagos, tendones y ligamentos.
A partir de los 30 años, las células que sintetizan el colágeno de forma natural se hacen lentas, provocando que el cartílago que envuelve cada articulación pierda grosor y resistencia, causando que los huesos se rocen mutuamente, lo que es muy doloroso.
En el cuerpo existen más de veinte tipos de proteínas de la familia del colágeno, cada una brinda elasticidad y rigidez según su ubicación.
Por ejemplo, hay colágeno tipo I presente en huesos, cartílago y piel, cuya principal función es dotar al organismo de resistencia y flexibilidad; el tipo II, ubicado principalmente en el tejido del cartílago articular, y que brinda resistencia a la presión intermitente entre huesos, es muy importante para prevenir y tratar enfermedades como la artrosis; y el tipo III que abunda en la piel, vasos sanguíneos y músculos, y que es similar al tipo I brindando resistencia a tejidos que sufren movimientos periódicos tipo acordeón.
Aunque el colágeno se encuentra en alimentos de forma natural como en las manitas de cerdo, patitas de pollo, gelatinas hechas a partir de productos animales, verduras de hoja verde (brócoli, acelgas, col), cerezas, fresas y frutas rojas; estos no aportan el suficiente colágeno para el organismo, por lo que los expertos recomiendan consumir colágeno hidrolizado.
¿Qué es el colágeno hidrolizado?
Es la proteína del colágeno sometida a hidrolisis enzimática, es decir, una “versión” más digerible, de fácil absorción y con peso molecular más pequeño, lo que hace que sea más sencillo atravesar la barrera intestinal vía la sangre para nutrir los tejidos.
“Aunque el colágeno se encuentra en alimentos de forma natural, estos no aportan la cantidad necesaria de aminoácidos para el organismo, por lo que los expertos recomiendan consumir suplementos alimenticios como el colágeno hidrolizado”
La característica especial del colágeno es su composición de aminoácidos. Comparado con otras proteínas, el colágeno contiene tres veces más aminoácidos y éstos son necesarios para la síntesis del colágeno e influencian la estabilidad de las estructuras colagénicas del cuerpo.
Los péptidos de colágeno son moléculas relativamente pequeñas que comprenden entre dos y un máximo de 100 aminoácidos, permitiéndole disolverse en cualquier líquido, caliente o frio, además no tiene aroma, ni color, por lo cual puede usarse en cualquier aplicación, ya sea de manera ingerida
o en aplicaciones tópicas.
Su consumo aporta múltiples beneficios como regeneración de tejidos, especialmente cartílagos, tendones y huesos; mejorar la movilidad de las articulaciones, reducir el dolor en personas de edad avanzada, prevenir lesiones en los deportistas y mejorar el aspecto de piel, uñas y cabello.
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