Migraña y dolor durante el sexo: consejos para tener una experiencia sexual placentera

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migraña y dolor durante el sexo

Sabemos que el “cariño, esta noche no, me duele la cabeza” es un gran tópico sobre las mujeres y el sexo. Pero por otro lado, cada mujer es diferente y aunque en internet encontremos muchos artículos que hablan de que el sexo quita la migraña, eso no tiene porqué ser cierto, si no todo lo contrario.

Para algunas, el sexo es un alivio para el dolor de cabeza y la migraña, para otras, no tanto. Además, existe un diagnóstico tanto para mujeres como para hombres con migraña desencadenada por el sexo conocida como cefalea coital. Puedes saber más aquí.

Sólo puedo hablar desde mi propia experiencia sobre el sexo y el dolor de migraña. No estoy en la categoría de “¡Tengamos sexo! ¡Tengo una migraña!” con una sonrisa en mi cara. Cuando mi esposo me da esa “mirada”, me estremezco por dentro. Sé que lo amo, y quiero pasar un momento íntimo, excitante y amoroso con él. Pero también sé que no lo disfrutaré por completo porque el sexo es un desencadenante de migraña en este momento. Mi migraña crónica a veces se desencadena por contracciones musculares debido a la actividad física y al ritmo cardíaco elevado (todo lo que tiene el sexo). ¿Qué se hace en estos casos?

Por el momento, mi esposo y yo estamos trabajando en la logística del sexo. ¡Qué sexy es eso! No estoy dispuesta a sacrificar nunca más tener relaciones sexuales por miedo a una migraña, sin importar cuán discapacitantes sean. Créeme, la migraña está más allá de una experiencia dolorosa. La migraña es una enfermedad neurológica, lo cuál es mucho más que un dolor palpitante en la cabeza. Con la migraña viene una serie de síntomas que pueden incluir: dolor en los nervios del ojo y la cara, tensión y nudos musculares, mareos y/o vértigo, vómitos, náuseas, visión doble y/o borrosa, incapacidad para hablar correctamente (afasia), debilidad muscular unilateral (hemiparesia) y más.

Hablo más sobre mis inseguridades de migraña en mi blog: Achy Smile.

Estos son los métodos que he encontrado para tener una experiencia sexual placentera y así no evitar el sexo por miedo al dolor:

Toma medicamentos para el dolor. No tenemos relaciones sexuales todos los días (ni siquiere más de una vez a la semana!) porque el sexo a veces me desencadena migraña, por lo que tomar medicamentos para el dolor no es una decisión difícil para mi. Sin embargo hay que tener en cuenta que también pueden provocar efectos secundarios. Mi decisión el tomar analgésicos unos 30 minutos antes de tener sexo. El sexo definitivamente es un beneficio que supera los posibles efectos secundarios para mí.

Usa lubricación. Me lleva algo de tiempo que los juegos previos hagan su efecto. Piénsalo, los preliminares se basan besos, caricias, tocar y mover tu cuerpo de muchas maneras gloriosas. Todo esto afecta negativamente a los músculos de mi mandíbula, cuello, hombros, caderas y espalda. Besar es una de nuestras actividades favoritas y ahora es algo que no hacemos a menudo porque no puedo soportarlo por un largo tiempo debido al dolor de mandíbula. Debido a que los juegos previos a los que estábamos acostumbrados ya no me resultan fáciles, necesitamos lubricación externa. Y no es sólo la falta de previos, también es una ayuda porque muchas veces me cuesta encontrar una buena posición. Para cuando estoy “lista” es casi como si tuviéramos que empezar de nuevo. ¡Quién tiene tiempo para eso!

Comfort. Te reirás, pero en serio pruebo diferentes posiciones para encontrar la más cómoda para mis caderas. Ten en cuenta que tengo 38 años, por lo que cualquier posición debería ser cómoda. Desafortunadamente, la migraña no es mi único problema de salud. También tengo enfermedad degenerativa del disco y afecta la parte baja de la espalda, las caderas y las piernas. Como el dolor también es un factor desencadenante de la migraña, tengo que probar diferentes posiciones (todas divertidas) para encontrarla. A veces mi marido y yo nos reímos de todo sin dejar de tener un estado de ánimo sexual. Creo que mis problemas de movilidad mantienen nuestra vida sexual interesante, eso es seguro 😉

Ayuda en posiciones. Ya en plena comodidad, a veces pongo almohadas debajo de mi pelvis durante el estilo misionero, si mis caderas aguantan la posición. Si no, sigo utilizando almohadas para sostener mi cuerpo si es necesario. Solía ​​sentir vergüenza de hacer esto. Sentí que estaba perdiendo mi juventud porque necesitaba “ayuda” para mantener una determinada posición durante más de unos pocos segundos a la vez. No estoy exagerando cuando digo “segundos”. A veces es frustrante llegar a encontrar el ritmo y tener que gritar “Stop” porque ya no puedes mantener la posición por más tiempo. Además de las almohadas “domésticas”, también hay cojines hechos especialmente para el sexo que están disponibles en tiendas y online. Estoy planeando hacer esa compra pronto porque el sexo se está volviendo más difícil a medida que pasa el tiempo.

¡Ponte sexy! Sé por experiencia que es difícil sentirse sexy cuando tienes que prestar atención a cómo se mueve tu cuerpo o cómo un sólo toque puede ser doloroso. Llega un momento en el que mi mente no me permite concentrarme únicamente en cómo mi cuerpo se siente sexualmente. Me toma mucho tiempo llegar al orgasmo a veces porque no puedo concentrarme en sólo en el sexo; me preocupa cómo esta posición puede doler o esa posición puede causar lesiones. Desearía poder dejar de pensar en todo lo anterior y solo sentirme tranquila y permanecer en el momento. A veces no terminamos, tenemos que parar, debido al dolor. Es desgarrador porque todo lo que quiero hacer es complacer a mi esposo y estar satisfecha. Es una guerra sexual y psicológica. Pero lo “sexy” no está solo en el ojo del espectador, es un estado de ánimo dentro de ti, y estoy aprendiendo a abrazar mi singularidad, con sus defectos y todo.

Todos estos consejos pueden parecer extraños, pero son efectivos. Aprendí mucho sobre mi cuerpo y lo que necesito sexualmente. Junto con mi esposo, estamos encontrando lo que cada uno puede hacer para que el sexo sea placentero. Algunas veces lucho y me sobrepongo al dolor. Otras veces, aunque quiera, es demasiado. Digo “lo siento” demasiado y no debería. Mi esposo lo sabe, no me culpa. Sé que es mi inseguridad  a hablar y cierta culpabilidad por mi incapacidad para participar en las actividades sexuales más naturales. Pero cada día estoy aprendiendo a amarme a pesar de mi discapacidad. Y el sexo también es parte de este proceso de curación.

Fuente: https://www.b-wom.com/blog/2018/04/06/sexo-y-migrana/

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