Sin reemplazar a otro tipo de terapias, la biodescodificación es una propuesta de la medicina alternativa que busca el significado emocional de la enfermedad
En situaciones de alerta, las reacciones de cada persona están marcadas por sus vivencias y experiencias y, en este sentido, la biodescodificación intenta encontrar el origen emocional de las enfermedades para lograr revertir el miedo, aseguró la doctora Luz María Guillén, directora editorial de la revista Reveles, humanismo con rigor científico de la Universidad Gestalt.
En estos tiempos no todo se relaciona con sentimientos negativos, por lo que “aprender a leer las reacciones de nuestro cuerpo es fundamental para localizar en qué parte del mismo alojamos las mayores inseguridades para trabajarlas y sanar”, dijo durante una charla organizada por la Coordinación de Educación Continua de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La biodescodificación es una propuesta de la medicina alternativa que busca el origen metafísico de las enfermedades o su significado emocional, con el fin de encontrar la forma de curar, sin embargo, no reemplaza a otro tipo de terapias, sino que las complementa, ya que la rehabilitación verdadera es resultado de la comunión plena entre el cuerpo y el alma, aseguró.
La intención es reconocer “en cada uno de nosotros la manera como el cuerpo alberga este nuevo miedo llamado COVID-19”, que en realidad no es un temor al virus SARS CoV-2, sino a su materialización y grados de catástrofe, entre ellos a contraer el padecimiento; la muerte de un ser querido, o la extinción de la especie humana.
Esa sensación de angustia está constituida por un sistema de alarmas que se activa en el cerebro ante un posible peligro –sea real o virtual– y es también la respuesta útil y adaptativa, así como un mecanismo defensivo y de supervivencia que produce cambios en la fisiología, el pensamiento y la conducta.
Guillén Ramírez señaló que existen tres formas de soportarla: prepararse para la huida cuando se tienen pocas opciones de supervivencia o se carece de la habilidad de confrontación; defendiéndose, una capacidad que en algunas especies es mucho más desarrollada que en otras, y mediante el camuflaje, con el que pocas variedades están diseñadas.
Los sentimientos de desconfianza se instalan siempre en una parte del cuerpo que es indispensable localizar para sanar física y mentalmente, y recuperar la calma, ya que la química del miedo “nos mantiene en alerta todo el tiempo debido a que aparecen la cortisona y la noradrenalina, originando biologizaciones o alteraciones directas en algún órgano.
“Vivimos en el siglo de la prisa, las actividades productivas intensas, el aprendizaje y la experimentación de técnicas y saberes, lo cual conlleva una dosis excesiva de estrés que es urgente contrarrestar, porque sumada al miedo provoca una baja en el sistema inmunológico, haciendo que se imponga el sistema nervioso simpático y se eleve la presión arterial, lo cual manda el torrente sanguíneo a los lugares que necesita para la huida y no son tiempos de fugarse, sino de actuar colectivamente y en confrontación con el virus”, concluyó la especialista.
IPR
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